martes, 5 de marzo de 2013

Manchester

Engels, el pagafantas del marxismo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Sin Papa, sin trabajo y quién sabe si también sin Champions, con el Madrid en la ciudad de Ferguson, el sir con nombre de tractor, y de Engels, el pagafantas del marxismo, pues durante treinta años su fábrica de Manchester destinó sus excedentes al mantenimiento de la familia Marx en Londres, que usaba las donaciones para rechazar el sistema en el que un Engels era posible… y necesario, como la Junta.

    –Pues he oído que Conde imparte masonería para jóvenes –me dice mi quiosquero.
    
Hombre, no de todo va a tener la culpa Bárcenas, así que siempre viene bien tener a mano un contubernio de jesuitas o una peña de masones.

    Es verdad que una vez Conde dijo que la masonería volvía a España porque aquí “hay mucha gente que siente que le falta algo”, pero en un país donde tanto se roba (hasta abrazos de Cristiano, según la última exclusiva del periodismo global, habría robado Mourinho a sus ayudantes) parece lógico ese sentimiento.
    
“Espanya ens roba”, opinan los separatistas catalanes, lo cual no los convierte en masones.

    ¿Cómo se reconoce a un masón?
    
El cura Tusquets, catalán precisamente, presumía de saber si uno era masón o no sólo por cómo llevaba colocado el pañuelo en el bolsillo superior de su americana.

    La masonería, en fin, vende progreso, que es una cosa que obstaculizan los curas. El golpismo liberal fue cosa de masones, con quienes no hicimos muy mala sangre por la pérdida de Cuba.

    Fernández Flórez, que la estudió mucho, concluyó que la masonería no era sino la explicación popular para tanto encumbramiento inesperado.

    La gente ve que Fulanito, de puro tonto, no sería capaz de llegar a tal o cual cargo sin la ayuda de una fuerza misteriosa. Y piensa en la masonería.

    –Pero yo –aclara– tengo mis dudas: si no es la masonería la que recluta tontos, sino los tontos los que se alistan en la masonería, ¿cómo alcanza ésta a ser una sociedad poderosa, capaz de torcer el destino de los pueblos?