miércoles, 20 de marzo de 2013

Rigores

Curro Fetén (y la teología de la liberación)
Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El corralito chipriota ha puesto sobre el tapete el rigor alemán.

    El rigor es alemán o no es.

    Los visitadores olímpicos de Madrid 2020 no son alemanes, y han ido al Bernabéu a tirarle penaltis a Íker Casillas, nuestro Jamie Oliver.

    Jamie, el yerno de Inglaterra, es un cocinero inglés (!) que juega a llevar la revolución culinaria a los colegios de América, el país con treinta y dos religiones y un solo plato.

    Íker, el yerno de España, es un portero de fútbol que juega a llevar la revolución feminista al Real Madrid, el club con nueve copones y un solo hándicap: el piperío.

    A Jamie le ha salido un grano en la Red (“I hate Jamie Oliver”): miles de internautas unidos para odiarlo por el pelo, por el sobrepeso o porque siempre está llorando.
    
A Íker le ha salido un señor de Lugo que se bebe sus birras en su sofá, que es el larguero, mientras él ha de atender a unos visitadores olímpicos que, como niños, sólo querían, en lo que se hacía la hora de almorzar, tirar unos penaltis en el Bernabéu.

    Unos visitadores alemanes, en vez de penaltis le habrían tirado córneres a Casillas. O le habrían probado por alto en Las Ventas, invitándole a sostener con sus brazos de Mazinger la cubierta para el baloncesto olímpico, imitación (en el diseño) de la cúpula de San Pedro, que diría Pepe Bono, último grito en teología tertulianesca.

    –Visto de espaldas –escribe Bono del nuevo Papa– se le intuye fortaleza y rigor, lo que Benedicto no tenía.
    
¡El rigor visto de espaldas!
    
Porque un Papa, sostiene Bono (ahíto de bobas en la comunión laica de Entrevías), además de rezar y escribir, tiene que gobernar.

    –Una figura del toreo tiene que mandar –dijo Curro Fetén–. Fulano no manda nada. Y si manda, aquí no llega.
    
Por Chesterton sabemos que la del “Poverello”, que despreció los libros, fue una vida de apuros y escapadas.

    En puro rigor franciscano, Bono puede presumir de una escapada en Iraq y no deber su carrera a los libros.