Placa en el Ayuntamiento de Huerta
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Los muchos amores y mejores deseos que dedicamos a la Sierra de la Demanda en Salmonetes... no podían caer en saco roto. Huerta del Rey también es tierra de mi tierra y hasta mi pueblo llegan las Leonilas, Polonios, Crescencianos, Saturios y Saturninos, pues no en balde a San Saturio de Soria iban a casar los primos y quintos de la comarca. Esa costumbre del mártir mas raro del Santoral también estuvo vigente en Neila, otro de nuestros pueblos, pero al parecer duró menos que entre huertanos. Hubo un tiempo en que lo civilizado y lógico era bautizar al hijo con el santo del día y en mi mismo pueblo hay un Blas, varios Poncianos e incluso un Pascual Bailón, compadre mío en el arte de pescar ranas con saltamontes.
El camino que lleva de Aranda de Duero a Salas de los Infantes acaba en el pinar de Huerta y, antes o después de atacar las curvas y esquivar los corzos de la carretera, uno ha parado en el Bar Frontón hipnotizado por unos pinchos que requieren un clarete como Dios manda. Por julio de hace dos años se fueron a Huerta los Deneís más extravagantes de España a censarse en el Ayuntamiento y como un servidor estaba por allí, me entretuve en aquel guirigay, llamándome la atención la caridad del difunto y rico vecino Don Teodoro, que dejó pagadas doce cenas de Nochebuena a los pobres de más edad de la villa. Hace falta un Dickens que emperejile los ancianos harapientos con el Niño Rico para que nos cuente un perfecto cuento de Navidad.
¡Ah! El del Bar Frontón es Izquierdo, pero no es familia, por si alguno cree que he cambiado de fortuna. No me toca absolutamente nada.
Los muchos amores y mejores deseos que dedicamos a la Sierra de la Demanda en Salmonetes... no podían caer en saco roto. Huerta del Rey también es tierra de mi tierra y hasta mi pueblo llegan las Leonilas, Polonios, Crescencianos, Saturios y Saturninos, pues no en balde a San Saturio de Soria iban a casar los primos y quintos de la comarca. Esa costumbre del mártir mas raro del Santoral también estuvo vigente en Neila, otro de nuestros pueblos, pero al parecer duró menos que entre huertanos. Hubo un tiempo en que lo civilizado y lógico era bautizar al hijo con el santo del día y en mi mismo pueblo hay un Blas, varios Poncianos e incluso un Pascual Bailón, compadre mío en el arte de pescar ranas con saltamontes.
El camino que lleva de Aranda de Duero a Salas de los Infantes acaba en el pinar de Huerta y, antes o después de atacar las curvas y esquivar los corzos de la carretera, uno ha parado en el Bar Frontón hipnotizado por unos pinchos que requieren un clarete como Dios manda. Por julio de hace dos años se fueron a Huerta los Deneís más extravagantes de España a censarse en el Ayuntamiento y como un servidor estaba por allí, me entretuve en aquel guirigay, llamándome la atención la caridad del difunto y rico vecino Don Teodoro, que dejó pagadas doce cenas de Nochebuena a los pobres de más edad de la villa. Hace falta un Dickens que emperejile los ancianos harapientos con el Niño Rico para que nos cuente un perfecto cuento de Navidad.
¡Ah! El del Bar Frontón es Izquierdo, pero no es familia, por si alguno cree que he cambiado de fortuna. No me toca absolutamente nada.
Dando fe en el censo, una Evilasia