viernes, 9 de diciembre de 2011

PH


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

No dormí cavilando por qué Toni Cantó no es catalán, si fue al copetín constitucional vestido de humorista catalán.

El catalán es judeo-godo, mientras que el valenciano es ibero-morisco –explica mi ensayista.

En el portal coincido con mi vecina, la solidaria (entrega diariamente al pobre de la esquina la publicidad que cae en su buzón), que quiere hacerse anti-sistema porque no confía en ese “señor de su ánimo” (Gracián) que es Rajoy:

Si el Banco no nos da dinero y el Rey no nos da trabajo… ¡a ver!

Y me dice que no le parece natural que el mando pase de padres a hijos sin su consentimiento (que la llamen a votar, vamos), lo cual es muy católico, pues la Iglesia Católica, como apunta Bertrand Russell, nunca tuvo un elemento hereditario.

El Principio Hereditario (PH) ha desaparecido bastante de la política, pero está muy lejos de empezar a hacerlo de la economía.

Todavía consideramos natural –dice Russell– que un hombre deba dejar sus propiedades a sus hijos, aceptando el PH en lo referente al poder económico, mientras lo rechazamos respecto al poder político.

¿Echaría el cartero comercial más publicidad en el buzón de mi vecina con un Presidente en el Palacio Real que con un Rey en La Zarzuela?

Sobre lo que es natural y no es natural, Clemenceau, que era médico y da su nombre a la plaza de las Galerías Lafayette en Biarritz, mirando de reojo a Poincaré, su presidente y enemigo, dijo:

En la naturaleza hay dos cosas inútiles: la próstata y la presidencia de la República.

A mi vecina se le iluminan los ojos con lo de las Galerías Lafayette.

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