viernes, 19 de noviembre de 2010

"...Que no sean castellanos"

Peña Carazo, desde la que se divisa todo
“El Valle de las Espadas”



"¡QUÉ BUENA PIEDRA PARA HACERME UNA TENADA!"


Francisco Javier Gómez Izquierdo

Parece ser que la moda de robar cobre ha llegado a los lugares más insospechados. Aquí en Córdoba, han quedado barrios enteros a ciegas, El Arcángel fue invadido con nocturnidad por unas furgonetas que cargaron kilómetros de cable y el mismo AVE a su paso por Palma del Río tuvo que tomarse un día de descanso forzoso ante la faena de “los cacos”. La crisis y el “ánimo de lucro” no sé si van unidos, pero nunca hubiera imaginado que alguien osara robar en el Monasterio de San Pedro de Arlanza. En la cuna de Castilla. Lugar sagrado donde unos pocos vimos la luz. Allá de donde venimos.


Colegiata de Covarrubias

Hace muchos años, y para evitar que ciertos pueblos desaparecieran bajo un pantano -el pantano de Retuerta-, se aprobaron unos adecentamientos en el edificio y las obrillas se fueron dilatando hasta conseguir subir el pantano unos kilómetros más arriba, justo a la altura de otro monasterio: el del Veinte. La que fue cárcel de los frailes antaño: “qué hiciste fraile / que al Veinte viniste”.

En el tejado del Monasterio había -y digo había pues ya no hay- unas 200 planchas de cobre, visibles desde la curva de la carretera donde se aparca. La carretera va de Hortigüela a Covarrubias y sólo la pisamos cuatro románticos que gustamos del vuelo del alimoche, pues es preferible coger la que sale de Cuevas de San Clemente. Resulta que unos tipos ó “tipas” que pasaban por allí se han fijado en lo menos de mirar que tiene el monasterio y, no se sabe cuándo, se subieron al tejado y se llevaron las planchas. Como ustedes habrán deducido... no hay vigilancia en el lugar. Al cierre del horario de visitas, se pone el candado en la valla y ...”hasta mañana”.

No voy a rasgarme las vestiduras, porque ni considero mancillado el honor, ni siquiera me enfada la noticia, pero viendo el interés y despilfarro que se emplean para ciertas ocurrencias, no estaría de más cuidar la memoria de Fernán González, quien fuera el primer castellano y al que algunos tenemos en mucho.

Monasterio de San Pedro de Arlanza

Si yo fuera policía, y me coge el sucedido en la Córdoba califal, preguntaría entre los buscadores de níscalos, que seguro que han salido por cientos este otoño, en qué furgonetas cargaron las cajas de setas, pues hay buscavidas de muchas naciones y seguro que algún espíritu miserable tuvo la misma ocurrencia que mi amigo Paco, el de Sta. Cruz, cuando vio la altura del sagrado monasterio:

-Qué buena piedra para hacerme una tenada.

Mi amigo Paco es buena gente y las ocurrencias nunca las pone en práctica.

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Tenada