Mis escasas simpatías por la democracia se las tengo que achacar - oh, paradoja - a dos maestros que se jugaron el pellejo en su lucha por ella: Antonio Machado y Jorge Orwell. “De cada diez cabezas - dijo el uno - nueve embisten y una piensa”. “Dos patas, malo. - hizo decir el otro a sus pecuarios personajes - Cuatro patas, bueno.” Y además: “Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros”. En el dicho de Machado aflora la formación krausista que recibió. Para los krausistas, de quien nadie dirá que no eran liberales, la democracia era muy buena si el sufragio se reducía a que votara uno de cada diez ciudadanos, de ser preferible si ese uno estaba educado en la Institución Libre de Enseñanza...
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