sábado, 18 de septiembre de 2010

Özil, el elfo



Francisco Javier Gómez Izquierdo

Me echan en cara los aficionados merengues mi poca confianza en Özil, y me restriegan los alardes del alemán en estos dos partidos victoriosos que el madridismo ha disfrutado.
Nunca he dudado de las virtudes técnicas del futbolista y lejos de mi ánimo ningunearlas. Mi percepción -ya en el Werder Bremen- es que es un jugador intermitente, capaz de un mes fantástico, seguido de otro apático. O despistado. O agobiado por vaya usted a saber qué pensamientos... Mourinho, que además de muy buen entrenador es un gran motivador, ya intuí que le estaba "picando" con Canales, como lo hace con Benzemá mentándole la bicha de la ambición. Mourinho está haciendo un equipo muy rocoso y estajanovista donde no caben gandules indolentes y Özil, que ha mamado el espíritu ganador de los alemanes, se está vaciando más de lo que tenía por costumbre, imaginando el látigo del portugués. Özil no va a ser siempre el del día del Ajax porque no es su naturaleza, por mucha motivación que don José le inyecte. Salvando las distancias que marca la educación, Özil es un Guti más constante y solidario, pero nunca llegará a la regularidad de Xabi Alonso, pongamos por caso. Hago saber que no es mi deseo el fracaso del nuevo ídolo del Bernabéu en particular y de ningún pelotero en general.
Me consta que el fútbol que va a disfrutar o padecer el madridismo va a ser muy sobrio, muy serio, muy resultadista... y Özil va a contribuir a ello por la cuenta que le tiene. El Madrid no va a jugar bonito, pero va a parecer un equipazo. Para hacer equipazos se precisan jugones y Özil, lo es... pero el día que falte en el once, no se notará. El que se va a notar, si falta, es Xabi Alonso, alrededor del que ese listísimo entrenador está construyendo su edificio. Los edificios del arquitecto a mí no me gustan, cosa que no tiene importancia. Lo malo es que tampoco gusten a los que pagan y tienen voz y voto. Estos tardarán en enfadarse con Özil, pues les recuerda mucho la zurda de Guti, al que aquí le hicimos tempestad antes que los turcos le hicieran tormenta, y nada la lengua del de Torrejón.