"Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo,
cuando van entre el centeno" (@carisimolider)
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En Domingo, Día del Señor, Starmer de Inglaterra y Zelenski de Ucrania han “sellado el futuro de Europa”, la Europa de la baronesa Ursula von der Leyen, nuestra Sta. Claypool de Soros en “Una noche en la Ópera”. Fue una tenida antitrumpiana, con Meloni, la Ayuso de los ricos. “Que le jodan a Trump”, dijo al entrar Zelenski, a lo Bellingham, a un periodista. Luego se fundió en un abrazo de primos con Sánchez (“Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el centeno”, tuiteó Money for Nothing) que huele a gafada. Aquí ya no se ventila la paz de Ucrania, sino el negocio inglés (la Vieja Raposa de León Felipe), pues el enemigo ontológico de Inglaterra ya no es España (“Why, truly, your great Enemy is the Spaniard”, arengaba Cromwell), sino los Estados Unidos, contra quien todo les vale, incluido Sánchez el de Paiporta y Gibraltar.
–Botas en el terreno y aviones en el aire –dijo Starmer, que es la frase más churchilliana que halló en el cajón de las chuches de Boris Johnson.
No olvidemos que hoy todo liberalio tiene chalé en los Sudetes y una cita de Churchill en la boca. Trump recuperó el busto de Churchill en la Casa Blanca mientras Starmer retiraba del Parlamento el de Churchill (vencedor de Hitler) y el de Wellington (vencedor de Napoleón), no se sabe si para reemplazarlos en el futuro por el de Zelenski, el nuevo Churchill de los liberalios, y el de Starmer (vencedor de Trump).
–¿Podrían enfrentarse a Rusia ustedes solos? –preguntó graciosamente Trump en el confesionario oval a Starmer, que no pilló el sarcasmo.
Bueno, Starmer se ve de pelotón spengleriano, esa metáfora popularizada por Girón de Velasco en el mitin de Valladolid en el 72 para anunciar su regreso de Fuengirola, donde había leído a Spengler, a lo Napoleón de la isla de Elba. En la Última Cena de la UE en Londres estaba Rutte, el teflón que más gritaba “¡Que se vayan los ingleses!” en el 16. “¿Cómo juzga el contenido del libro de Klaus Schwab?”, le preguntó un diputado entonces. “No lo conozco, pero le aconsejo no caer en teorías de la conspiración”, contestó. El diputado: “Mentira. Usted escribió a Schwab que el libro es ‘un análisis esperanzador para un futuro mejor’.” Rutte: “Fue una carta por cortesía. No puedes leer todo lo que te envían”. El diputado: “¿Me está diciendo que no me mintió a mí, sino al señor Schwab?”
Y de guardián del centeno, nuestro Sánchez. Galbraith cuenta que en un interrogatorio al “notoriamente lerdo” Joachim yon Ribbentrop, ministro nazi de Exteriores, en la prisión de alta seguridad de Luxemburgo, se le preguntó por los motivos para prescindir de todo vestigio de inteligencia al declarar la guerra a América. “Replicó que Alemania se había visto obligada por las cláusulas de su tratado con Japón e Italia. Un joven ayudante que estaba ocupándose de la traducción preguntó por su cuenta: “¿Por qué fue ese tratado el primero que decidieron respetar?”
Son las patocracias.