domingo, 6 de octubre de 2024

Hughes. Real Madrid, 2-Villarreal, 0. El paralelogramo de Carletto.


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Hughes

Pura Golosina Deportiva


 
El partido de Lille fue el peor en años. Todos, salvo Valverde, que es un organismo distinto, estuvieron mal y la regla es conocida: cuando todos están mal, el que está mal es el entrenador.

Pero el entrenador es Ancelotti, con más copas de Europa que nadie, así que la crítica se hace difícil. También porque parte de los problemas le vienen dados y tampoco son fáciles de criticar. El fichaje de Mbappé, por ejemplo, está envuelto en "incriticabilidad". La sensación, sin embargo, es que falta o sobra una pieza en el puzle y el Madrid provoca la desazón de lo subóptimo. Produce esa comezón desesperante de lo que estaba bien y ya no lo está porque "lo han tocao". Alguien tocó la rosa, la rosa intocable. Es una sensación que puede hundir a un grupo. Es una inarmonía creciente y viral.

Así que no había cambio alguno, lo mismo con la contumacia de Modric.

El Madrid fue la CMK más la BBC. Se fueron cayendo letras, todas, pero Ancelotti recupera la M y se agarra a ella como a clavo ardiendo.

4-4-2 en el Madrid, pero no es un rombo, ni es tampoco es exactamente un cuadrado, es un paralelogramo. Esto creo que se dijo aquí ya el año pasado... pero la sensación de hablar solo es fuerte.

El paralelogramo se expande y contrae como la caja de un acordeón, pero a Bellingham seguimos sin verlo. Se le ha pedido que fuera falso nueve y salida de la pelota, que empiece la jugada y la remate, y la sensación es que tratando de estar en todos lados no está en ninguno.

Contra el Villarreal lo más sanador es que Vinicius quedaba pegado a la banda.

Cuando el rival empezaba las escaramuzas llegó el 1-0, un zambombazo (que no es de bomba, sino de zambomba) lejano de Valverde. Podría computarle como asistencia a Bellingham la acción previa de llevarse a los rivales.

 


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Fue una jugada ensayada, como el gol contra el Atleti. Sólo así podía el Madrid marcar porque estaba jugando fatal. Lentitud hasta la quietud y defensa contemplativa. Vinicius y Mbappé aislados del "bloque" como dos privilegios andantes...

O sea, en ataque un para(lelo)gramo flexible; y en defensa un 4-4-...2 porque entre los 4 y los 2 cabe la provincia de Teruel.

En la derecha había juntas una docena de Copas de Europa, Carvajal y Modric, pero qué aburrimiento... Pero en el Madrid la pelota la ha subido Carvajal.

Todas las figuras daban la sensación de sentirse menos importantes. Es como si el Madrid hubiera instalado unos neones y no pudiera encenderlos. La Gran Vía fundida. Un poco lo del estadio... ¿y si el Madrid estuviera jugando así para no molestar a Ruido Bernabéu?

En el "estático" imposible, pero es que las estrellas del Madrid no conectan ni en las contras. Sólo hubo una excepción en una jugada de Vinicius para Mbappé al final de la primera parte.

Vinicius sí se saca de la bruma general y empezó a insistir contra su lateral a la media hora: una, dos y a la tercera, amarilla a Femenía. En una misma jugada, con sendos regates, lo mandó al suelo dos veces seguidas.

LIGERO ATISBO DE REPUNTE

La segunda parte era tan aburrida que las cámaras empezaron a buscar por los palcos. Ahí estaba Kroos, sorprendido con cara de sopor.

Era tal el bodrio que la mente se iba fácilmente a otras cosas... ¿te imaginas tener de caseros a los propietarios de los pisos junto al Bernabéu?

Vinicius recibió un tantarantán de Femenía que el árbitro no vio. Como buscando justicia, Vini cogió la pelota al instante, lo encaró y regateó. Pero el árbitro tampoco quiso ver la amarilla...

Es así, Vinicius regatea en busca de la justicia. Esto no se ha visto nunca.

Así un año y otro año... ¿se puede protestar? Vinicius no, y el público pronto tampoco. En la cima del florentinismo habrá esa especie de condena paralela (a juego con el paralelogramo de Carletto): no se podrá protestar porque eso haría ruido, así que el madridismo quedará eternamente condenado a una especie de represión decibélica...

Sólo podrá ganar, pero no gritar.

Es una especie de infierno que conjuga lo mejor y peor del florentinimo y concentra la España actual y el Madrid actual.

De entre la no-forma del Madrid (pobre Camavinga) emerge siempre Vinicius, siempre sale Vinicius, tengo una imagen sobre esto en la cabeza pero no la puedo escribir porque no se dan las debidas garantías políticas y jurídicas… aunque Hughes, ¿quién se enteraría?

Me puede la prudencia. Yo sí bajaría la tele si me lo pidiera el vecino protestón (en el caso poco probable de vivir en Concha Espina).

Más imágenes de los palcos VIP. Nunca hay mujeres feas allí. A esas cumbres no llegan...

En la nada algo se empezó a notar. Como un ligero vientecillo que moviera una hoja, una sola hoja, Camavinga metió dos pases vigorosos y tensos y el Madrid, extendida ya la idea de que atraviesa una crisis, comenzó a hacer méritos defendiendo. Al estar tocando fondo recuperó una virtud, una al menos: la seriedad.

Empezaron los cambios. Por supuesto los de ellos primero.

Luego se fue Mbappé (al que va a hacer mucho daño el documental de Luis Enrique) y algo pasó: Rodrygo se fue donde Vinicius y Vinicius donde Mbappé, y nada más coger la pelota la clavó desde lejísimos a la escuadra, como si ahora se le hubiera puesto en los (píiii) ser Drogba.

Ancelotti lo celebró y miró en seguida al hijo. ¿De quién fue la idea de dejarlo de 9? Carletto mira al hijo como el tenista a su entrenador (Nadal al tío) después de cada punto.

VINICIUS, PRINCIPIO ORDENADOR

Uno de los problemas del Madrid estas semanas es que no hay una jerarquía. Es una galaxia en el sexto día. Se supone que la jerarquía ordena y da forma. Pero la jerarquía la está marcando de nuevo Vinicius.

Hay una jerarquia real: Vinicius.

Y hay una jerarquía ideal: Bellingham.

¿Y cómo se ordena Mbappé entre las dos?

Durante el partido, Ancelotti puso cuidado en aplaudir las defensas del equipo, sabedor quizás de que así se sale de los baches. Y salvo dos cosas del extremo Akhomach, el Villarreal no hizo nada en la segunda parte. Fue mérito del Madrid, pero también producto de una actitud latosa de moderno equipo español cicatero y obstruccionista. Por eso, la lucha en el descuento por un insulso balón en la banda entre Yeremy Pino y Carvajal pareció más que absurda... Pino metió la puntita para evitar (sin más) y luego el culo, y media pierna de Carvajal se quedó sola dando una patada imposible. El desgarro en su rodilla sonó en sus gritos.

Mientras estas líneas son perpetradas, se desconoce el destino de ese ligamento. Se intuye lo peor, que tampoco sería el final para el Madrid. Como el plan, ya se ha visto, no es gran cosa, lo mejor que puede hacer es sobreponerse a las desgracias una tras otra y que el infortunio elija. Peor no lo hará. La desgracia es nuestro entrenador.

 

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