domingo, 6 de octubre de 2024

Bonald



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


La rana groa, la grulla gruye, la cigüeña crotora, el pato parpa, el cuervo gazna, el ganso vozna, el grajo croaja, la perdiz cuchichía, la paloma zulea, la gallina cloquea, la golondrina trisa, el grillo chirría, el pollo pía, el loro garre, la pantera himpla, el jabalí rebudia, el caballo relincha, el asno rozna, el cerdo gruñe, el ciervo brama, el gamo gamita, la oveja balita, el toro remudia, el gato maúlla, el lobo otila, el mistolobo ulula, el perro ladra, el león ruge, el elefante barrita, la serpiente silba, la chicharra chirría, el cuclillo cucúa, el pavo tita y el comunista... gulagea, es decir, que, en menos de lo que canta un gallo, te monta un gulag.


Luego está el que tiene de todo un poco (los ecos de las voces), como por ejemplo don Caballero Bonald, jerezano sin gracia –¡hombre, que hasta Kiko, el futbolista, la tiene, y jugó en el Atlético!–, que es como ser ciego en Granada (lo de no tener gracia en Jerez, no lo de jugar en el Atlético).


Al señor Bonald no le gusta Foxá. ¿Por qué?


Se ha hablado mucho de los valores literarios de Foxá, un autor que nunca me ha llamado la atención. “Madrid de corte a checa” es un libro que sólo está bien escrito, nada más.


Este “nada más”, en boca de Bonald, implica que Foxá no se merece un homenaje como el prohibido en Sevilla por el “petit gulag” de la concejala Pepa, la que en Córdoba prohibiera la eclosión de la primavera.


No vamos a permitir que florezcan los jazmines –contestó la Pepa por escrito a un vecino que se dolía de los naranjazos de los naranjos en la plaza de Doña Elvira.


Se conocen cerca de cien alusiones de Shakespeare al vino de jerez (al “shack”), pero ni una sola a la poesía de Bonald, quien, sin embargo, cuenta con una Fundación a su nombre, lo que en el régimen cultural andaluz explica muchas tonterías. ¿O no es una tontería desacreditar a un autor por un libro que “sólo está bien escrito, nada más”? ¿Con cuántos libros de esos cuenta Bonald?


Decía Gómez Dávila que el tonto cree que el libro que ya no se lee ha sido necesariamente “refutado”, mas no es el caso de Foxá, un autor sin Fundación, pero con lectores, “nada más”.


Tener lectores es una cosa que siempre molesta en los ambientes de progreso, con su animadversión hacia todo concepto de propiedad. Azaña tuvo tantos lectores como votos, y le dieron una República. Bonald, los mismos lectores que gracia, y tiene una Fundación. Escribir (bien) en España es de gilipollas.