jueves, 31 de octubre de 2024

Chirac



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El presidente Rodríguez cuenta a quien lo quiere oír que el político internacional que más favorablemente lo ha impresionado es Chirac. No es para menos. Nunca olvidaremos ese retrato de Rodríguez buscando con la mirada en el cielo el birlibirloque que le señala el dedo índice de Chirac, presidente del país de los intelectuales, al que le han escrito un libro para que diga que a América la descubrieron los vikingos. 


Nunca he sentido admiración por las hordas llegadas a América para destruirla –declara el presidente del país de Jean Florin, el abuelo chiraqués que en las Azores se hizo con el tesoro de Moctezuma que Cortés había enviado al Rey de España.


¿Cómo puede ser tan tonto el presidente del país de los intelectuales que viene de bombardear hasta su aniquilación a la Fuerza Aérea de Costa de Marfil? Pues porque a tantos intelectuales sólo puede mandarles un analfabeto. En la República Francesa, Chirac es aquel rey que creía ir vestido de una tela que no podían ver los tontos, pero con buena mano para el mal, a fin de evitar que cualquier niño, apuntándole con un dedito sucio, denuncie su total y ridícula desnudez, arruinándole su prestigio.


No fue Colón quien descubrió América. Fueron los vikingos –insiste.


Pero él es de los que, ya que no pueden forzar a los americanos a llevar en primer término el mote de francos, los anima a posponerse el mote de latinos. Latinismo: un alcahuete de Francia. Nuestros costumbristas sabían que el latinismo francés nunca ha querido decir otra cosa que “modas de París”:


Quiere decir literatura francesa, vinos franceses, sombreros franceses, menús franceses, oratoria, filosofía y educación francesas.


Pobre Chirac desnudo, metido a tutor de los españoles, hermanos pequeños de la “raza latina”, cuando el único documento en latín que llevaron con Colón a América era una carta de los Reyes Católicos para el Gran Khan, que no fue entregada por falta de destinatario. El propio Colón se lo explicó a Foxá:


Sobre mí han dicho tantas cosas en las fiestas de la Raza... Para unos soy judío; para otros, portugués. En mi estatua de Barcelona estoy señalando con un dedo al Mediterráneo. Diga usted que nací en América. ¿Las carabelas? De construcción francesa. ¿Los tripulantes? Blancos, algo vago. El grumete diga que era antepasado del presidente Auriol, que eso hará muy buen efecto entre los intelectuales. ¿La reina Isabel? Silencio. ¡Una reina! Y castellana, y reaccionaria, y católica. No; no hable de ella. ¡Ah, si pudiéramos decir que los navíos fueron armados por una república laica, con créditos votados en el Parlamento y ante una iniciativa de la minoría socialista! Le aseguro que no hemos tenido suerte.