sábado, 12 de octubre de 2024

Botero



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Al globero de Botero el gobierno español le ha echado el lazo de Isabel la Católica porque para este gobierno español Botero es el único pintor contemporáneo al que se le entiende todo.


Para hacer una escultura, se coge una piedra y se le quita lo que le sobra. Para hacer un botero, se coge una tela y se le sopla lo que le falta. Botero, que ha dicho en el “¡Hola!” que de niño quiso ser torero, admite que pintar es como torear y que su pase, el pase de la verdad, es el derechazo.


El derechazo, sin duda.


¿Cómo que “sin duda”? A su lado, Ponce, maestro del derechazo, se hincha como un botero y asiente:


Digo que lleva razón.


¡El derechazo! Decía Corrochano que, cuando los toreros modernos torean con la derecha, a los pases se los llama “derechazos” por la violencia.


Hoy las faenas son: “pasa, pasa, pasa si quieres, yo no te obligo, tengo la muleta retrasada, pasa”. Y el toro pasa a medias, y cuando se decide a pasar mejor porque cree que aquello va en serio, le dan un palo en la cabeza y se van; y el público aplaude, y el toro cree que aplauden que le hayan dado un palo, y vuelta a empezar.


Botero en los toros vendría a ser tan lambistón como Carlos Fuentes en la política, es decir, tan artificial como la coleta natural de Morante de la Puebla, el torero de la próxima Beneficencia, apoderado –¡Jesús, María y José!– por Rafael de Paula, que eso es gusto por la pobreza, y no lo de Gamoneda, que va de pobre como Lazarillo y como Guzmán. Botero hablando de toros es como Botero pintando los sucesos de Abu Gharaib, y como tiene dicho Pepe Cerdá:


No se puede contar lo que pasó en Abu Ghraib con el estilo de Botero... Usar su poder mediático para denunciar esos hechos le honra. Pero yo le reprocho que no haya tenido el valor, o la pericia, de desinflar sus personajes, para que el icono del asunto que él quiere denunciar no lo encuentre “mono” la señora que consume los ositos de Tous.


¿Qué quedaría de los personajes de Botero, si los desinflaran? Pues lo mismo que de las comedias de los Quintero, si las tradujeran al castellano. El secreto del botero está en la masa. Y lo admirable, en los “kilos” que cuesta, claro. Piénsese en lo que escamaba a Peter Handke ante “Cien años de soledad”: ¿Cómo es posible escribir tantas páginas sin una sola idea? Hombre, Peter Handke: pegando derechazos. Uno detrás de otro.