martes, 16 de julio de 2024

Estudios superiores

El chico de los Rothschild 



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Circula por las redes un chascarrillo que viene a explicar la situación de nuestra patocracia: “Lo que realmente hace única a España es la gente con carreras universitarias sirviendo cervezas y gente sin el graduado escolar dirigiendo el país”.


En las patocracias los medios juegan el papel de celadores del manicomio, y en el manicomio los únicos con derecho a patio son los liberalios, o sea, “la gente competente”, que dice Espinosa, expresión, según Torrox, sospechosamente idéntica a la “minoría rectora” que pedía Ortega (“minoría selecta”, “minoría egregia”, “los mejores”).


El orteguismo propone que, como en España no hubo feudalismo, tampoco hubo señores, y de ahí nuestro “odio a los mejores”, que “aquí lo ha hecho todo el pueblo, y lo que el pueblo no ha podido hacer se ha quedado sin hacer”. El pueblo, no el señorito Boyer, hizo lo de Rumasa, pero el pueblo no pudo hacer la democracia, y ha tenido cincuenta años para hacerla.


A Ortega le llama la atención que del estado miserable de nuestro pueblo hacia 1450 se pasara, en cincuenta años, a una prepotencia en el nuevo mundo sólo comparable a la de Roma en el antiguo.


Entre 1450 y 1500 sólo un hecho nuevo de importancia acontece: la unificación peninsular.


El 78 ha consumado, en el mismo tiempo, la balcanización peninsular, pero ya no está Ortega para razonarlo. Él atribuía la falta de “los mejores” a las invasiones germánicas. Los franceses recibieron a los francos, y les fue de vicio hasta anteayer, cuando el chico de los Rothschild (“minoría egregia”) contuvo al fascismo metiendo al zorro comunista en el gallinero de Le Coq. Nosotros, en cambio, recibimos a los visigodos, “germanos alcoholizados de romanismo”, decadentes y corruptos. ¿Dónde está hoy “la gente competente” de Espinosa?

 

Si el 25 por ciento de una generación tiene estudios superiores, se hace la idea de que posee una superioridad intrínseca: al sueño de la igualdad le sucede una legitimación de la desigualdad –tiene observado Emmanuel Todd en “La derrota de Occidente”.


En América, sólo el 7 por ciento de los alumnos estudian “engineering”, pues hay una fuga interna de cerebros: hacia Derecho, Finanzas, Empresariales, con ingresos superiores. Los economistas (Espinosa lo es), al constatar que más estudios suponían más ingresos, consideraron que esos ingresos medían una mejora del capital humano; no se les ocurrió que los estudios superiores en Derecho, Finanzas o Empresariales, lejos de mejorar las capacidades productivas de los individuos en cuestión, les otorgaban, en virtud de su posición social, una mayor capacidad de “depredación” de la riqueza producida por el sistema.


Resumiendo: los mayores ingresos de los más instruidos reflejan el hecho de que abogados, banqueros y tantos otros en el sector servicios son una jauría de excelentes depredadores.


La multiplicación de diplomados genera una multitud de parásitos. Cosas de los visigodos.


[Martes, 9 de Julio ]