Jacques L. Monod
El azar y la necesidad
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Si la Gripe Aviar y la Tercera Guerra Mundial no lo impiden, España ganará mañana la Eurocopa en Berlín. El cielo sobre Berlín, que diría Wim Wenders, que ahora es Carvajal, seis Champions a cuestas, pero famoso mundialmente por su mataleón a Musiala en el partido contra Alemania.
Carvajal ha hecho migas en la concentración con Rodri, y quiere darle el Balón de Oro y traerlo al Real Madrid, “porque lo español”, y tal y tal y tal, un pensar como de pueblo, pues Carvajal se crio en Leganés, igual que Don Juan de Austria, alias (de niño) Jeromín. El vencedor de Lepanto tuvo tutores catalanes, y el vencedor de las seis Champions, también, si nos atenemos a sus frecuentes convivencias en los predios de la Federación de Fútbol, vista desde fuera como un ministerio de asuntos exteriores del Barcelona.
Lo del Balón de Oro tampoco es que salga de Carvajal, pero el periodismo español está como loco por quitárselo a Vinicius, al que echaron a los lobos y se les ha convertido en el mejor jugador del mundo. ¿Es importante el Balón de Oro? No, pero los periodistas creen que sí, y enredan. En el enredar entra pinchar a Carvajal a ver qué nombre suelta, y suelta el de Rodri: no tiene en la Eurocopa unos números para tirar cohetes, pero es que es español, español, español. Del foro, vamos. Y ganó la Premier, cosa que no hizo Lamine, que también entra en las cuentas por su gol a Francia, ese gol de Foden que en la Eurocopa todavía no ha metido Foden, aunque casi se lo llevan puesto los holandeses. El de Lamine pegó en el palo y entró, pero el de Foden pegó en el palo y salió. Foden aprendió ese tiro con comba mirando a las viejas con el lanzador de pelotas a los perros en los parques ingleses, esa maravilla de la civilización que ha inventado el “dogging”, que consiste en decir en casa que vas al parque con el perro a ensayar el gol de Foden con el lanzador de pelotas y aprovechas la ocasión para intimar con una vecina. Carvajal vota por su amigo Rodri y por su cuñado Joselu. ¿Y Bellingham?
A Bellingham han querido culparlo del tedio inglés en la Eurocopa, pero tomados de DonShelby en “X”, los números de Bellingham, hasta la Final, indican todo lo contrario: primero en duelos ganados; segundo en regates exitosos; primero en tackles; cuarto en acciones que generan goles; y dos goles decisivos para ganar dos partidos.
El artífice del tedio inglés es su entrenador, Southgate, el tipo mejor pagado de la Eurocopa (cobra seis veces lo que le pagan a De la Fuente), él sabrá por qué. Su propuesta futbolística viene a ser un tikitaka para pobres, con el limpiaparabrisas de Guardiola a un ritmo que acaba produciendo agresividad en el espectador. Hasta el partido con Holanda, mantuvo a Foden atado a la banda izquierda, anulándolo para su jugada favorita, que es el gol de Lamine. Curiosamente, Inglaterra acostumbra marcar cuando Foden sale del campo, que no parece el papel más brillante para el elegido Mejor Jugador de la Premier. ¿Por qué ese empeño en colocar a Foden en la izquierda? Simplemente porque Saka ocupa la derecha, dejando en el banquillo a Cole, el verdadero mejor jugador de la Premier. Y nadie sabría dar más detalles de Inglaterra porque sus partidos los ves entre cabezadas. Mañana perderán por el factor Kane, el mejor delantero centro de Europa, pero condenado por los dioses a no tocar títulos, y la prueba más terrible ha sido su temporada en el Bayern, donde se daba por sentado que al menos se llevaría la Liga. Como De la Fuente no es hombre supersticioso (“soy hombre de fe, que es otra cosa”, tuvo que aclararle a una Ann Coulter de los deportes), no tendrá en cuenta el factor Kane, pero será definitivo.
Todo lo que existe en el Universo es fruto del azar y de la necesidad, desde los pelos de menina velazqueña de Cucurella hasta la comba fodenesca del tiro de Lamine, pasando por el percance de Pedri con Kroos (por esa entrada, de frente y tocando balón, la sarna mediática, ministro incluido, ha equiparado al medio alemán con el Goicoechea de Maradona y Schuster), que hizo posible la aparición estelar en el equipo de Dani Olmo. Meditar sobre este episodio es llegar a la conclusión de que vale la pena enfrascarse este verano en la relectura del libro de Monod sobre el azar y la necesidad que nos hace hijos de la casualidad, incluido el alcalde de Madrid, que ha tenido la humorada (“¡es que yo soy del Atleti!”) de elegir la Cibeles para celebrar el triunfo en la Eurocopa, fiesta que precederá a la del martes con la presentación de Mbappé en el Bernabéu vestido de blanco, el color sagrado desde la Antigüedad, por ser el que agradaba a los dioses. Y no es que la plaza de Cibeles no tenga su tradición. Maeztu, gran paladín de la Hispanidad, se hizo un nombre en su juventud atravesándola a gatas. Y el faquir Daja Tarto, que vivía de hacerse enterrar en el ruedo de la plaza de toros durante la lidia, dio un día con un torero torpe que alargó su faena, y sacaron al faquir dando boqueadas; cuando lo llevaban en camilla al hospital, en Cibeles los tirotearon (¡era la sanjurjada!), y los camilleros lo arrojaron a la fuente para huir ellos más ligeros. Sin olvidarnos de la celebración espontánea del España-Dinamarca de México’86 aquella noche en que los españoles volvieron a ser “teúles”, que uno estaba allí.
[Sábado, 13 de Julio]