Curtis Yarvin & Hughes
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Y ¿cómo firmará usted, amigo
Martínez Ruiz, en el ABC?, preguntó don Torcuato, que quería suprimir
los seudónimos. “Azorín, naturalmente”, contestó el nuevo. “¿Y por qué
no se aviene usted a firmar con su nombre y sus apellidos?” “¿Suprimiría
usted la marca ‘La Giralda’ (negocio de don Torcuato) en las botellas
del agua de azahar? Pues ‘Azorín’ es mi marca de escritor.”
Pemán, el único que tenía, con Ruano, eso que Umbral llamaba “el
secreto del artículo”, dijo que Martínez Ruiz hizo a “Azorín” para que
se atreviera a lo que no se atrevía su timidez, que no es el caso de
Hughes, pues él quería ser Francisco Santas, pero en ABC le dijeron:
“Hemos invertido en Hughes”. Y como Hughes cumple ya una década, de la
cual nos cae ahora, como regalo del cielo, un libro (“Dicho esto”, se
titula la selección de textos) que es el gotelé cultural de este tiempo
de España… ¡y del mundo!, pues Hughes, al no ser publicista de pandilla o
de partido, puede observarlo todo, libre como un mochuelo, en la rama
más alta del olivo.
Los dos talentos que a uno lo han deslumbrado
en el periodismo (“pupila y muñeca”, según Ruano), José-Miguel Ullán y
Hughes, no son periodistas, y son, sin embargo, quienes mejor han
cortado con el cuchillo jamonero del humor el meme cultural de España,
que es el jamón. Somos “una rumba bailada alrededor de un jamón”, en
metáfora del cubano Bobadilla. Un jamón a defender de las uñas ajenas
con los dientes propios, como hacía Pepe Brajeli (apoderado de Curro),
colocando su dentadura sobre el plato de ibérico, si tenía que ir al
lavabo.
–A mí me gusta viajar con un jamón –contaba en su día El
Cordobés, que fue nuestro David Bowie–. Al llegar al hotel, lo cuelgo
en la ventana y voy cortando.
Este libro de Hughes hace de Hughes
el Homero de “piperos” y “liberalios”, hallazgos suyos, pinchándolos
con su pluma sobre el papel, como a esos insectos de engorde que cría
Bill Gates. ¡Hay que ver cómo ganan los artículos de Hughes en papel!
Sobre ello algo nos dijo Ullán tirando de un maestro zen que veía el
universo entero encerrado en una hojilla de papel sobre la cual flotaba
una nube.
Sin nube, no hay papel. Nube y papel “entre-existen”. Y
sin sol, tampoco habría papel. El sol, pues, está en el papel, así como
el leñador que corta el árbol, el pan de trigo que lo alimenta, la
señora madre del leñador, todo: “Si la nube regresa al mar, el rayo
solar al sol o el leñador a su madre, adiós papel”.
Hughes pide
papel, y hay que dárselo, si queremos leer cosas como ésta: “Los
centristas, que no han dejado de equivocarse en los últimos años, siguen
ahí, Dios los guarde, mirando la actualidad desde su colina de libros y
moderación, esa altura montaigniana”.
A Montaigne lo despertaba
un criado “tocando la flauta suavemente” (¡con moderación!), y sólo
Hughes podía entrar a cuchillo (jamonero), porque lo tiene, en este
“montañismo” español, “ondoyant et divers”, que nos despeña.
[Martes, 24 de Enero]