Juan Mondeño
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Leo la queja de un feligrés que en misa ve a los curas nuevos haciendo con la liturgia de su capa un sayo:
–El
sacerdote sin revestir casulla, sin genuflexión en la consagración, no
ha habido Credo, no ha dado él la comunión, sino dos señoras en vestido
de tirantes que no han hecho reverencia ni al subir ni al bajar del
presbiterio…
El justicialismo papal (“aforismos sociales con aire de epístolas pontificias”, definió Pemán el peronismo) vende “diálogo”, que al decir de Buela (tan argentino como Bergoglio, pero más culto) no es un concepto cristiano (no está en la Biblia), aunque la Iglesia lo emplea desde el Vaticano II:
–En
sociedades espiritualmente desarmadas, esta “reductio ad dialogum”
elimina de la discusión la idea de “poder” y de “enemigo”, de modo que
siempre nos están obligando a firmar la paz con los amigos y a renunciar
a actos soberanos frente a nuestros enemigos.
Del cura Basilio (gallego, cojo y radical de Lerroux) al cura Llanos (franquista y comunista); del cura Llanos al cura Apeles (José-Apeles Santolaria de Puey y Cruells, cura de la telebasura); y del cura Apeles al Cura Diálogo, que es el cura sin fe que vio venir (cuando tenía mérito hacerlo) Jean Cau:
–¿Un
cura maoísta? ¡Qué cosa tan natural! La receta es muy simple: tomad un
cura, quitadle la fe ¿y qué nos queda? Un demócrata igualitarista, ¡qué
diablos, el más ardiente de todos! No es extraño que tantos líderes
comunistas, Stalin a la cabeza, fueran seminaristas (…) El mensaje
igualitarista del cristianismo está en trance de ser realizado y, por
esta razón, la Iglesia se muere.
Sin liturgia no hay espíritu. La liturgia católica es lo que en pleno éxtasis taurino lleva a Mondeño a hacerse dominico en Caleruega, ahíto de mundanalidad. Lo apodera una mujer, y para coche de cuadrilla le compra el Rolls-Royce a una marquesa. Brinda toros a la emperatriz Soraya, a la duquesa de Alba y, en fin, a Jean Cocteau. Espiritual, nos recuerda Santayana, significa dirigido a lo eterno y a lo bello.