lunes, 23 de enero de 2023

El Madrid reverencial



Ceferino, el Abogado de los Pobres

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc

                Ceferino, el jefe visible de la Uefa, y que tiene pinta de jefe de los malos en una película de Ozores (donde Valdano haría de jefe de los buenos), dice en un documental sobre la Superliga que “en el Real Madrid se creen que todos deberían hacerles reverencias”. Pobre Ceferino, tan importante y tan acomplejado. ¿Por qué hacer reverencias al Real Madrid y no al NK Maribor?

                Segovianos, segovianos, somos gente comunera

                Ceferino pertenece a un pueblo orgulloso que no reverencia a nadie, y está en la Uefa para hacer con el Real Madrid lo que Copérnico, al decir de los libros de ciencia, hizo con el Hombre: ponerlo en su sitio y doblegar su orgullo. ¿Pero de qué orgullo se habla, preguntábase un sabio, cuando los hombres se consideraban miserables pecadores temerosos de un Dios airado que los azotaba con plagas, hambres y terremotos?

                La idea de un hombre medieval o de comienzos de la era Moderna diciéndose: “¡Estoy en el centro del universo y qué cosa tan gloriosa es!” –dice un historiador del amanecer y de la decadencia de la cultura– es una invención del cientifismo contemporáneo.

                ¿Pero de qué reverencias habla Ceferino, cuando el Real Madrid se deja zarandear en los sorteos (“¿Oporto? No, mejor PSG”) y arbitrar por Hernández Hernández y De Burgos Bengoechea en una Supercopa de España que se ventila en el desierto para que Don Rubiales juegue a Lawrence de Arabia en un palco saudí?

                Un dicho chestertoniano enseña que sólo es posible ser reverente hacia una hermosa mentira, y no parece ser el caso del Real Madrid cuya sala de trofeos humilla tanto a un abogado igualitarista de Liubliana cuya causa en la Uefa son los pobres, como la de Infantino, otro abogado, en la Fifa.

                Infantino cae bien porque en la escuela suiza sufrió de niño acoso por pelirrojo, trauma del que, ya de “Supercalbo” se resarció en Catar reparando “la injusticia” que para él suponía que Messi, otro pelirrojo, no tuviera un Mundial en su palmarés. Del narcisismo del personaje informa “The Times” de Londres, según el cual Infantino dio, por email, “órdenes expresas a la TV de sacarlo, al menos, una vez por partido”, y no de cualquier modo: “No podría salir revisando su móvil, y siempre tenía que estar mirando al terreno de juego; si aparecía al lado de un jeque, no podían salir de rodillas para abajo”.

                En su condición de Abogados de los Humildes, Infantino y Ceferino, que podrían considerar el traslado de sus sedes de Suiza a Burundi, donde no tendrían que vérselas con el Real Madrid reverencial, están salvando a los pobres del mundo, pero están condenando al fútbol, cuyos protagonistas salen a competir sin saber muy bien de qué competición se trata, como salíamos en los 80 del After Hours (Paul HackettGriffin Dunne– en la película de Scorsese). ¿Catar, Cáceres, Villarreal, Arabia? ¿Mundial, Liga, Copa, Mundialito, Champions, Solteros contra Casados? Bueno, se trata de extraer dinero. Después de todo, ¡hay tantos pobres!

                En estas circunstancias, para un entrenador debe de ser muy difícil mantener la tensión competitiva de sus jugadores, no siendo Mourinho, el mejor detector de majaderos que uno ha conocido (el último, el socialista Lobato, que presume de haber suspendido su “militancia” en el Madrid en protesta contra Mourinho).

                Mourinho es un entrenador de trofeos, no un entrenador de fútbol dijo Cruyff en 2011, a lo que Mourinho respondió: “Se lo agradezco, de hecho soy un entrenador de trofeos. Me encanta aprender de Cruyff, pero todavía tiene que enseñarme a perder una final de Champions 4-0”.

                Xavi recurre a la blasfemia en las arengas, como Benito Floro en Lérida cuando lo echaron, pero en las ruedas de prensa opta por la reverencia al anfitrión: “Arabia Saudí tiene cosas que mejorar, pero como nosotros en España. También hubo mucha crítica a Catar y se ha visto que no es para tanto”. Contra eso Ancelotti sólo puede competir con un levantamiento de ceja, como cuando Valdano le afeó no haberse hecho de izquierdas cuando el arrendador de la granja familiar se llevaba la mejor gallina. La única vez que Ancelotti se salió de sus famosos zapatos fue para ponderar a Gattuso: “Para dejar claro qué carácter tenía Gattuso, diré que una vez se comió un caracol vivo en Milanello”.

                El pobre Ceferino le falta al respeto al Real Madrid (dos cosas envidiaba Churchill de España: el Mediterráneo “y ese maldito Real Madrid”) como el viejales Le Graet le falta al respeto a Zidane. A Le Graet su estupidez le ha costado perder el cargo, pero a Ceferino la suya le ha valido consolidarlo. Hay que ir por la Superliga.

 




BALE Y ADIÓS

                El periodismo piperazo lo señaló desde el principio con una hernia, y Bale respondió haciéndose el autista, demostración de una inteligencia superior a la media. Se fue del Real Madrid pitado por los piperos (el feliz hallazgo de Hughes), que son como los pluviales, esos pájaros que limpian los dientes a los cocodrilos, que para ellos es la prensa. Dejó en el club 19 títulos, entre ellos cinco Champions (tres consecutivas), más una colección de jugadas que piden música de Vangelis y la estética de “Carros de fuego”. Un Bestia, aunque para los paletos cejijuntos siempre será el golfista que posó con una pancarta en Gales.

[Lunes, 16 de Enero]