Max Stirner
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo dice Bordalás, que tiene cara de inspector de cornisas: “El fútbol español tiene que mirar a la Premier: más ritmo, menos parones, más verticalidad...” Las cotorras que comentan los partidos en TV se pasan el partido repitiendo que la nuestra es la mejor liga del mundo, pero la Liga de Tebas no es la Premier (con Var o sin Var, Michael Oliver no hubiera pitado los cómicos penaltis de Villarreal). ¿Y por qué la Premier le ha merendado la cena a la Liga de Tebas?
Según el “As”, por Aznar, que en su día no dejó que Polanco organizara el negocio a su manera, lo cual, de ser cierto, sería lo único (luego hablaremos de “lo único”) que Aznar no le permitió hacer a Polanco. Una Liga única, grande y libre, con Valdano y Guardiola en el Var. Como ahora, pero sin disidencias, como ocurre con la vacuna y con la guerra, las dos hormas de la sociedad contemporánea, como indica el hecho de que el periodismo deportivo de la capital dedique más espacio a esas dos industrias que al Real Madrid, ese “problema nacional”.
–Un problema nacional –titulaba ayer el periodismo deportivo la situación del Real Madrid, que por primera vez en sus 121 años de historia se presentó a jugar un partido de Liga con “un once sin jugadores españoles”, que aquí, desde Cánovas, ya sabemos que es español el que no puede ser otra cosa, y no miraba Cánovas al Athletic.
Frente al caso único del Athletic, que en territorio separatista juega con once españoles, el caso único del Madrid, que en territorio españolista juega con once extranjeros, algunos de ellos muy mayores, como Modric (si será extranjero que su país acaba de ingresar en el euro), que con razón su fichaje fue llevado a cabo con la oposición cerrada de Los Expertos del periodismo deportivo, que veían en la operación un simple negocio de Mourinho y proponían los nombres, para ellos infinitamente superiores, de Cazorlita y De las Cuevas.
Quién sabe si intimidados por el hecho de constituir “un problema nacional”, el Madrid de Modric y Kroos jugó en Villarreal como un Madrid con Cazorlita y De las Cuevas. ¿Abulia, cansancio, hastío, pereza, impotencia? La defensa fue un descalzaperros. No hay laterales “top” (creo que se dice así): Mendy ha entrado en fase de cenizo, Alaba se ha caído (lo disimula haciéndose el frívolo), Rudiger parece el sereno de “La casa de los siete jorobados” y Militao, el único coloso, no es lateral, aunque Ancelotti lo ponga ahí porque en Catar lo puso Tite, que fue, en pelea con Deschamps, el peor entrenador del Mundial, con lo cual Albiol, un cuarentón que aprendió de Sarri todos los trucos defensivos, era enfrente la reencarnación de Augenthaler. Esta ruina defensiva obedecía al desplome del centro del campo: enfocaban a Setién y en el Madrid veías al Barça del 8-2 ante el Bayern en Lisboa. Y lo peor es que hay que volver a Villarreal a porfiar por la Copa, que este Madrid, por no dejarse más pelos en las gateras, debió haber despedido en Cáceres, sobre todo después de ver el sorteo de bolas chinas en Casa Rubiales.
No esperemos grandes cambios. Ancelotti es supersticioso, y cree que el once de París ante el Liverpool le trae suerte (pasando por alto el factor Courtois de aquella tarde). A la velocidad que va el fútbol, ese modelo está más visto (y contrarrestado) que el TBO. Y no es un genio, como Guardiola. Guardiola (el Mejor Entrenador del Mundo, como lo “ningunea” Valdano) pierde cómicamente la Champions y para que se le pase el disgusto le regalan a Haaland.
–Soy un genio –dice Guardiola a la prensa inglesa, que cree que lo dice de broma, y le ríen la gracia.
–Soy único –dice Cristiano a la prensa árabe para justificar su “contrato único”.
“El único y su propiedad” es la obra del filósofo más plagiado y menos citado (empezando por Ortega, que le urraqueó la “circunstancia”) de la historia de la filosofía. “Único he heredado mi cuerpo, / viviendo lo consumo”, canta el Sigfrido de Wagner con letra de Max Stirner, santo patrono de los nietzscheanos:
–Yo soy el propietario de mi poder, y lo soy cuando me sé Único. Todo ser superior a mí, se debilita ante el sentimiento de mi unicidad.
En Alemania corrieron a secuestrar el libro de Stirner, pero un ministro listo volvió a autorizar su circulación con un argumento pipero: “Este libro se lee en gran parte como si fuera irónico, y se refutará clamorosamente a sí mismo”. No había nacido Cristiano Ronaldo.
NUEVAS REGLAS
Propuestas de Patrick Ittrich, árbitro alemán, para mejorar el espectáculo: sancionar con un tiro a 17 metros de la portería toda falta táctica en el mediocampo; apartar del juego tres minutos al futbolista que se tire al suelo haciendo “un Busquets”; expulsar durante diez minutos al jugador que grite o insulte al árbitro; expulsar a los futbolistas que se acerquen al trencilla, en grupo, estilo Barça de Guerdiola,con la intención de presionarle (“En mi opinión, boom, boom, boom, tres tarjetas rojas. A jugar siete contra diez ahora. Eso estaría bien para mí”). Como espectador, uno añadiría el límite de posesión que la NBA estableció para el baloncesto: 24 segundos por tres minutos. El fútbol limpia-parabrisas no hay quien lo aguante.
[Lunes, 9 de Enero]