Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Las derechas parecen estupefactas porque Casado ha declarado que lo suyo es la socialdemocracia, lo cual no quita que cada mañana se eche a la calle con su camisa solapón, y el solapón, eso sí, un día es Hayek, y al otro, Von Mises.
El caso es que hemos echado el puente de la Constitución oyendo, para distraer el confinamiento de la peste, a los pájaros de la vega, que es La Moncloa. El pájaro mayor, Pablemos, aprovechó la fecha para anunciar su Urss de bolsillo, una unión de repúblicas socialistas soviéticas para esta tierra de conejos (“leoporum generis sunt et quos Hispania cuniculos apellant”) que es España. Y Sánchez, su ayudante, se ha contentado con reducir la Constitución a un mero protocolo sanitario (un “estado de alarma que salva vidas”).
En el 78 los liberalios veían en la Constitución la bellota de la libertad que contenía en potencia a la encina de la democracia, pero la Constitución definía políticamente España como “Estado social y democrático de Derecho”, que es la definición de socialdemocracia, una leche en polvo con que el ejército americano de ocupación (la “pax americana”) vacunó a los alemanes, que fueron quienes luego nos la suministraron a nosotros, con el subrayado “Derecho” en la etiqueta que es el homenaje kelseniano de los abogados del Estado al birlibirloque “de la ley a la ley”. Después de todo, si de la dictadura de derechas se puede ir, de la ley a la ley, a la democracia, de la democracia se podrá ir, de la ley a la ley, a la dictadura de izquierdas, pues en potencia (poder incontrolado) la bellota contiene a la encina… si antes no se la comen los chanchos de esta granja que describió Jean Clair:
–Comemos, dormimos como animales en una granja próspera y bien surtida: comer y dormir, sexo, ¡la granja de Occidente!, donde todos vivimos como si fuéramos a ser eternos: un día más, otro, otro, la jubilación. Un sinsentido que se refleja en el arte.
Socialdemocracia diluida en estatalismo. ¡El estatalismo del bienestar!
[Martes, 8 de Diciembre]
