lunes, 21 de diciembre de 2020

Agenda 2040


George Best, 1970

@Retro_Co

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La Agenda 2030 es la “hoja de ruta” hacia la inauguración universal en el año 2030 del Nuevo Orden Mundial, un socialismo de rostro humano bajo el cual todos viviremos de chupar raíces y los ricos (los “eloi”) sólo se distinguirán, por fuera, de los pobres (los “Morlocks”) por el uso de bicicleta en régimen de propiedad.


    La Agenda 2040 va más allá de la política, es decir, va al fútbol, y sería la “hoja de ruta” hacia una plantilla de futbolistas cuarentones con que los medios seducen al piperío madridista. El sábado, en cuanto el Madrid de Zidane aseguró el derbi de Valdebebas ante el Atlético de Simeone (el entrenador mejor pagado del mundo), todo eran cánticos a la tercera edad de Ramos, de Modric, de Benzemá y hasta de Lucas Vázquez, el nuevo Cafú de Curtis, instando a la renovación automática de todos ellos hasta, al menos, los 40. Los pensionistas constituyen una enorme fuerza económica y ahí se adivina un enorme nicho publicitario.
    

Los 40 en el nuevo fútbol equivalen a los 25 en el fútbol viejo. Jugar al fútbol sin público es como pilotar un avión en el simulador de vuelo, libre de fatigas psicológicas. Lo vimos en la Champions el otro día, con el partido entre el Barcelona de Koeman y el Juventus de Pirlo. Los dos podían haber jugado, y hacerlo mejor que los que estaban. Buffon, con 42, ya no se tira, sino que se acuesta, pero acostándose le sacaba los balones a Messi, que ya no chuta, sino que “toca”, como Cristiano, que a los 35 se ha instalado de palomero del área y lanza los penaltis como si fueran bolitas chinas.
    

Cuando Cruyff atribuía el éxito social del fútbol al hecho de que podía jugarlo todo el mundo, altos y bajos, gordos y flacos, no se imaginaba que un día podrían jugarlos jóvenes… y viejos.
    

¡Qué canchero es Lucas Vázquez! –repetía un locutor durante el derbi.


    ¡Canchero! Ahora mismo, es la estrella del equipo, y lo sabe. El alcalde del Derbi, Almeida, va de atlético, pero su jugador predilecto, por encima de Joao Félix, es Lucas Vázquez, su alter ego: ambos son menudos, apajaritados y piantes, muy de esta “época estival” que nos ha descubierto Pedro Sánchez, el autócrata de La Moncloa.
    

Lucas Vázquez acabó el partido, y Joao Félix, no. El portugués era un futbolista nacido para el juego mimosín del Barcelona, pero el destino lo depositó en un equipo de Simeone, que lo tiene para vigilar al carrilero contrario, razón por la cual, en cuanto va perdiendo, lo cambia para buscar lo que los cronistas antiguos llamaban “mordiente en ataque”. El sábado el chico se fue a la grada más cabreado que una mona, pues es joven y no entiende las “sinjusticias” del mundo.


    –Adonde la azucena / lucía y el clavel, do el rojo trigo, / reina agora la avena, / la grama, el enemigo / cardo, la sinjusticia, el falso amigoal decir de Fray Luis, el de León.
    

La “sinjusticia” va más allá de la injusticia. Injusticia, por ejemplo, sería criticar el trote perpetuo de Koke Resurrección. Y “sinjusticia” es sacar a Joao Félix del derbi y dejar a Koke Resurrección en trote perpetuo y con cara de Ada Colau llegando tarde a un pleno municipal. Simeone lo hace porque, con eso, sigue siendo el entrenador mejor pagado, pero, con eso, admite su condición de pobre, y a un pobre le meten goles incluso Carvajal y Casemiro.
    

Carvajal es un carrilero que “percute” (no sé qué es eso, pero ahora lo dicen mucho los entendidos), y Casemiro es como la máquina del café de este Madrid zidanesco.


    Circula por ahí una enfermera del Zendal, nuevo hospital de Madrid, que juzga tercermundista que en el edificio sanitario hayan instalado las ucis antes que la máquina del café, y la gente se burla de la enfermera porque la gente ignora lo importante que es en las organizaciones modernas la máquina del café. No hay más que ver al Madrid con Casemiro (¡con máquina del café!) o al Madrid sin Casemiro (¡sin máquina del café!). Alrededor de Casemiro, como alrededor de la máquina del café, cobra sentido la vida laboral de la enfermera del Zendal y de los mediocampistas del Madrid, esa línea Modric-Casemiro-Kroos que parece que la hubieran traído los marcianos, como ocurre con los “moais” de la Isla de Pascua, que tanto nos los recuerdan.

 


Los 80

ROSSISMO Y RACISMO


    La semana del “rossismo” por la desaparición de Rossi –otro clavo en el ataúd de los 80– acabó siendo la semana del racismo por un malentendido con el equipo turco de Erdogan amplificado mediáticamente por Neymar, que venía de llamar “chino de m…” a un japonés del Marsella. De Fidel Castro, hijo de gallego y libanesa, y educado por los  jesuitas (“¡sectarios extranjeros!” en Cuba), recuerda Cabrera Infante lo mucho que le gustaba gritar “¡No somos latinos! ¡Somos más que latinos! ¡Somos afrolatinoamericanos!”. ¿Por qué no latinoafroamericanos o afroamericanolatinos? “Mas nadie preguntaba nada a nadie en Cuba y vivió para contarlo. Pero lo que Castro quiso decir es que ‘su’ Cuba tenía derecho racial a intervenir militarmente en toda África. Hitler, más modesto o más tímido, dijo lo mismo de ‘media’ Europa.”

[Lunes, 14 de Diciembre]