Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Las masas se mueven como las langostas en las plagas, a ritmo de feromona, y a la ola de republicanismo desatada en España por la lectura de Plutarco sigue en el extranjero una ola de monarquismo mediático, desatada por los prestigiosos Fake News con motivo de la visita de Trump a Inglaterra, y todo para cargar al presidente americano con el mochuelo protocolario de la reina inglesa, que debe entrenar más con su guardia de honor la ceremonia que tan bien desempeñaba su esposo, Felipe de Edimburgo.
–Con los laboristas ingleses poco podemos progresar, Eulogio. “Su Majestad” por aquí, “Su Majestad Británica” por ahí, “Su Graciosa Majestad por allí”, el “Gobierno de Su Majestad” por acullá, la “Oposición de Su Majestad”… ¡Qué repuñeta y qué carajo jorobado de Su Majestad! ¿Dónde está la Majestad? Así no es posible. Porque ocurre que estos tíos dicen esto de corazón y no por recurso.
Es la carta que en julio del 48 escribe el energúmeno de Prieto, hoy en proceso de santificación socialista, a su amigo Urréjola para explicarle que no hay manera de que la Onu condene a Franco (“y eso que Martínez Barrio movió a la Masonería y yo usé de todos los resortes en mi mano, que no son pocos”, pero “¡es que ha triunfado el cabrón del hombre, amigo Urréjola!”) y otras cosillas interesantes por los tiempos que vivimos, como la diferencia socialista entre decir algo de corazón y hacerlo por recurso.
–Dejémonos de República por el momento, Eulogio. En el chico de Estoril (Don Juan) se ha grabado ya la cosa de que necesita al Partido Socialista, y está encantado de tenerlo como partido suyo y de darnos una amplia participación en el poder, al estilo laborista inglés. Pero lo manejaremos bien. Es un infeliz, fuertote y guapo mozo, pero nada más. Quiere reinar. Y no nos dará demasiado quehacer. Más adelante ya veríamos lo que se presentaba como oportunidad. Pero ahora es un instrumento magnífico para una simpática situación de libertad que por él nos llegaría.