Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Cubrirse con la pinta.
–Usted lo que quiere es cubrirse con la pinta –dijo famosamente el animal de Largo Caballero al general Miaja, que pedía municiones para defender Madrid.
La pinta, en general, es “el Estao”, y quien mejor encarna esa versión de la pinta es María Soraya, que habla de las cosas del “Estao” como los gitanos de Borrow hablaban de las cosas de Egipto.
Cuando María Soraya exige a Casado proporcionalidad lo que hace es cubrirse con la pinta. Ideológicamente, el sorayismo no es más que los dos huevos duros de Groucho. ¿Que los progres piden tortilla? El sorayismo pide lo mismo, y además, dos huevos duros. Esa carrera estúpida ha convertido España en el país más hipócrita de Europa, pues, siendo el más reaccionario de hecho, es el más progresista de derecho. ¿Quién a los quince años no ha dicho “‘Estao’ de derecho?
La democracia no pacta: es el gobierno de la mayoría absoluta (¡la fuerza del voto!), sin la cual no hay democracia. La proporcionalidad, en cambio, implica pacto. Y del pacto, el consenso, invento de Constantino (el Grande, no Romero), que impone unanimidad de pensamiento y fin de la libertad política, aunque en la cultura española (y europea) estas cosas son tan ininteligibles como la Trinidad católica o la Segunda Enmienda americana.
María Soraya no ha leído a Marsilio, descubridor de la representación de la mayoría absoluta en los abades de los conventos, pero tampoco a Fraga, comentarista (malo) de Leibholz, que teorizó este Estado de Partidos que aplasta a la Nación, impidiendo su representación, sustituida por la integración (¡integración de las masas en el “Estao”!) que pide Maíllo, paisano de Ledesma, el de la conquista del “Estao”. Hasta Villarejo, si comadreó con Corina, lo hizo, dice, por el “Estao”.
–Es que al Rey lo puso un general –denguean los pijos, esnobeando con una Monarquía sueca.
¿Y cuántas estrellas tenía Napoleón, besugos, que puso en el trono de Estocolmo a Bernadotte, con tatuaje “Mort aux rois” y todo?