Pogba
Biarritz
Biarritz
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
De corazón, en la Final de esta tarde en Rusia, uno iba con Croacia, por Modric, cuando de pronto estalló un tuit de Chelsea Clinton (“¡¡¡Croatia!!!”, sin más), y nadie puede tener el corazón donde ponen su cartera los Clinton, aun tratándose de Chelsea, mezcla, el angelote, de Karina y Carmen Calvo.
Pero de cabeza uno debe ir con Francia, que trae el centrocampismo-decatlón (¡el futuro!), con Kanté, Pogba y Matuidi, como antídoto del tiquitaca (¡el pasado!), esa polilla refrita en lamparilla que echó a volar un día Luis Aragonés, porque lo había mamado en los rondos de entrenamiento de Marcel Domingo en el Manzanares, y que murió este junio en Moscú, fusilada en una tanda de penaltis rusa.
–Yo entiendo el fútbol como una combinación entre espacio y tiempo –insiste Xavi, ex cerebro de España, un abecé de la relatividad como abecé del tiquitaca.
Los futuristas querían meter en el cubismo la cuarta dimensión, el tiempo, pintando el dinamismo de los cuerpos, y les salió una carrera de sacos hacia el disparate, exactamente igual que los futbolistas de Hierro con su fútbol de limpiaparabrisas en el Mundial, donde el mismo periodismo que condenó “por prehistórico” el contrataque madridista de Mourinho (por cierto, que sigue ostentando los mejores registros de goles y puntos de la Liga española) descubre en Rusia la belleza futurista de la velocidad (Mbappé) en… ¡el contragolpe!
–¿Contragolpe? Yo lo llamo aprovechamiento de espacios-tiempos.
La corrección es de Xavi, asesor moral de la Federación de Rubiales, que busca para el nuevo Combinado Autonómico un futbolista nuevo, “mitad monje, mitad soldado” (eslogan de “La Lupa”, revista del nacionalismo italiano), poniéndose en manos de Luis Enrique, mundialmente marcado en la cara por el codo de Tasotti.
–Ese derramamiento de sangre por España –leemos– es el que esperamos de Luis Enrique como seleccionador.
En cuanto a la Final, la historia, decía Perón, es una p…, va siempre con el que paga más.