Los pegotes de Abella
Planito para moverse en la andanada
José Ramón Márquez
Érase una vez un guardia que vendía cocinas, hombre emprendedor. Burla burlando y gracias a su tesón llegó a hacerse rico y entonces decidió adquirir una ganadería de toros de lidia. Como no andaba muy ducho en cosas ganaderas se puso en manos de Borja Domecq y... de ahí salió Fuente Ymbro. A base de Jandilla.
Hay por ahí aficionados que han querido ver en esta ganadería, en su divisa verde, la esperanza de una regeneración de lo de Domecq. Cada cual se ilusiona con lo que quiere, como es natural, pero donde algunos veían asomar un atisbo de casta o de fiereza, uno siempre ha visto una ganadería que se iba de las manos, poco a poco. Ayer, en Las Ventas, salió un toro, Agitador, número 184, con el que la afición anda enredada sobre sus condiciones. Yo, por desgracia, no tuve la fortuna de estar ayer en Las Ventas, y como tengo por costumbre no opinar de toros sobre lo que no he visto en la Plaza y me niego a ver mi afición reducida a la triste ventanita del youtube, no tengo nada que decir al respecto, por lo que daremos audiencia a los que estuvieron, y que cada cual extraiga sus consecuencias.
Por orden alfabético, el primero es ABC, donde Amorós habla de “los buenos toros de Fuente Ymbro”, luego dice de Agitador: “Sólo tiene el defecto de escarbar: algo que, según don Álvaro Domecq, es compatible con la bravura (con éste, confirmaría su teoría). Lo colocan de largo y se arranca, pica bien Pedro Iturralde. ¡Qué hermosa es la suerte de varas cuando se realiza bien! Ureña le da distancia y el toro vuelve a galopar: ¡un espectáculo! Por la derecha, el toro se come la muleta; baja algo por la izquierda. El diestro corre la mano con serenidad, liga buenos muletazos, con el defecto habitual de retrasar la pierna contraria (como hacen ahora casi todas las figuras); cuando la faena decae, recurre a manoletinas. Ha estado bien pero... no ha reventado la Plaza, como el toro pedía”.
En el Aplausos (¡la revista taurina!, vocea Simón), Íñigo Crespo, asépticamente escribe: “Agitador nº 184, de pelo burraco, un gran toro de Fuente Ymbro. Realizó una gran pelea en varas, acudiendo con bravura al caballo que montaba Pedro Iturralde, que lo picó muy bien. Alegre en banderillas, ya en la muleta el toro tuvo transmisión, clase profundidad y embistió siempre por abajo. Se le pidió la vuelta al ruedo. Fue arrastrado en medio de una ovación”
La Agencia EFE no firma la crónica. Se afirma que “la falta de raza y de fondo de la terciada corrida de la divisa de Fuente Ymbro anuló toda posibilidad de emoción en la segunda corrida de la feria”; y sobre el particular caso de Agitador: “el segundo de la tarde tuvo al menos una briosa movilidad momentánea. Pero, por mucho que se llevara una fuerte ovación en el arrastre, ese toro de pelo carbonero, como se califica a la capa blanca entreverada de pelos negros, fue menos bravo de lo que aparentó. Mientras mantuvo las energías, el tal 'Agitador' se arrancó de largo al caballo de picar, en un buen tercio protagonizado por Pedro Iturralde y, aunque esperó y escarbó en banderillas, aún tuvo una espectacular prontitud en las primeras series de pases que le dio Paco Ureña. Fue generoso con él el torero murciano, que le citó desde los medios para abrir faena y dejar ver cómo el de Fuente Ymbro se arrancaba con vibración y alegría desde la larga distancia. Y aún cómo se rebosaba en su recorrido tras la tela, aunque más por la inercia de sus fuertes arrancadas que por emplearse con verdadera bravura. Mientras duraron esas inercias, aunque el toro embestía rebrincado y con tendencia a puntear las telas, la firme y decidida faena de Ureña, alcanzó un buen nivel que no pasó de ser un espejismo. Sometido y atemperado en apenas dos series de muletazos, afloró al momento la verdadera condición del toro, que se iba quedando corto y se afligía sin contar con la tracción del verdadero motor de la bravura.”
En Marca, Carlos Ilián comienza afirmando que “un toro puede salvar una corrida mansa y descastada” para luego pasar a su visión de Agitador: “un ensabanado de 515 kilos y que fue todo un huracán de embestidas, pero de embestidas humilladas, repitiendo con impresionante codicia. Uno de esos toros que exigen una muleta muy poderosa y un ánimo por encima de lo normal. No era fácil sujetar, templar y mandar en esa embestida por el pitón derecho” si bien apostilla que “aunque su bravura total quedara algo en entredicho por su berrea”.
En Marca, Carlos Ilián comienza afirmando que “un toro puede salvar una corrida mansa y descastada” para luego pasar a su visión de Agitador: “un ensabanado de 515 kilos y que fue todo un huracán de embestidas, pero de embestidas humilladas, repitiendo con impresionante codicia. Uno de esos toros que exigen una muleta muy poderosa y un ánimo por encima de lo normal. No era fácil sujetar, templar y mandar en esa embestida por el pitón derecho” si bien apostilla que “aunque su bravura total quedara algo en entredicho por su berrea”.
En El Mundo, Zabala de la Serna apuesta sin ambages por Agitador cuando titula “Agitador, un toro de vuelta para refundar Fuente Ymbro”, y luego explica el toro: “Agitador' se llamaba el alma que habitaba debajo de aquella capa ensabanada. Pinta salpicada y cara guapa. Tocado arriba de pitones. Estrecho de sienes. Sueltecito de carnes. Un lujo de Fuente Ymbro. Los vuelos de la verónica de Paco Ureña los cogió ya planeando y con motor. La suerte de picar la convirtió Pedro Iturralde en espectáculo. En largo el toro a galope, aunque escarbó entre puyazo y puyazo; enorme la segunda vara. La alegría de 'Agitador' en banderillas se acompañaba de un canto atávico, un mugido de bravura, el bramido de la casta que mantuvo en la muleta. Como un tren se arrancó en la distancia generosa de Ureña”
En El País, Antonio Lorca se lamenta de que “fue una verdadera pena que no se permitiera que Agitador, el segundo de la tarde, ensabanado de pelo y 515 kilos de peso, acudiera por tercera vez al caballo” Luego no toma posición y se limita a relatar que: “Agitador había acudido con presteza al capote, y si no destacó más en las banderillas fue porque no brilló la lidia, si bien es verdad que el animal berreó y escarbó antes de perseguir a la cuadrilla. En tablas estaba cuando Paco Ureña lo citó, muleta en mano, desde el centro del ruedo. Como una bala acudió el toro en busca de la franela, desbordante de codicia, y el torero aguantó firme y heroico el vendaval de casta que se le vino encima. La segunda tanda resultó casi perfecta: plantado en la arena, bajó la mano, mandó en la embestida y dibujó muletazos extraordinarios; sin solución de continuidad tomó la zurda y trazó un natural que con aire de circular. No tuvo la misma templanza la tercera, y bajó el tono vital del toro por el lado izquierdo. Agotado, quizá por tanto esfuerzo, aún tuvo arrestos para arrastrar el hocico en una quinta tanda de derechazos, y unas manoletinas ajustadas pusieron el punto y final a un momentazo de emoción”.
Ahí quedan, pues, las opiniones de los revistosos habituales en esta apresurada recensión, para que cada cual saque sus conclusiones, aunque para los que no hemos estado lo mejor es ver qué nos cuentan los que estuvieron en la Plaza, que aún queda alguno del que nos podemos fiar.