domingo, 24 de mayo de 2015

Desempleo: la pesadilla nacional

El perro abstencionista


Hughes
Abc


Donde acaba España hay un parado. En la frontera que separa La Línea de Gibraltar, Ana María Jiménez se ha montado una casa. «Princesa de Villa Frontera», se llama. «Yo en cartones no duermo, duermo a altura, digna, porque me he ingeniado una cama». Repite constantemente la palabra dignidad.

«Mi chabolo es inhumano, pero digno. Ya me ha aguantado dos vendavales. Aquí tengo la lavandería, aquí el tocador, el trastero, el dormitorio con la cama y todo muy ordenado –la ropa perfectamente doblada–, y mi espacio con libros, porque leo y estudio inglés con un señor de Gibraltar».

Hace dos años y cinco meses inició su lucha personal. «Tengo más de 18.600 firmas y el apoyo de la Falange», dice. «¿Me estás grabando? ¿Digo buenas tardes? Hago una gran protesta. He hecho dos huelgas de hambre, me he encadenado dos veces y he mandado doce escritos a la alcaldesa. Exijo mi derecho constitucional a la vivienda, no el de albergue, que es de paso, exijo la vivienda, el derecho a la intimidad y al honor, y al trabajo también, por qué no, pero ya me basto yo sola para cruzar la frontera». Pero Ana María, ¿vivienda sí, y trabajo no? «¡Vaya un periodista! Vivo en la calle, en una caja, como malamente y duermo malamente. Cuando yo tenga un boquetito que yo pueda pagar, entonces hablamos de trabajo. Dime una pregunta, pero no me ataques con el trabajito: ¿cómo busco uno si no tengo casa? ¡Y sácame guapa con ese trasto!».

Trabajo es algo que quizás tengan otros alguna vez. La Línea tiene 63.132 habitantes y 10.345 están parados. La tasa de paro es del 52,73%. El desempleo es la mayor preocupación nacional y aquí toman forma sus dos variantes hispánicas: el desempleo estructural y el de larga duración, quizás el gran temor del español.

Amparo pasa al lado de Ana María y le compra una figurita. Ella tiene parado al marido, pero recibe una pensión. Viene de la verja. «A pasar güisqui para la comunión de mi niña».

El «matuteo» , el tabaco y la economía sumergida alivian el rigor de las cifras. Para Juan José Uceda, cinco años parado y cofundador de una plataforma de desempleados en La Línea, la tasa es aún mayor. «Hay personal del INEM que dice que mucho del paro que hay aquí ni va a las oficinas ni se registra. Hay una población fantasma de gente de otros lugares que con la crisis ha venido a pasar tabaco a La Línea». En el local de la Asociación Socio-Cultural de Trabajadores están dando una clase de zumba y no pierden el humor: «¿Quieres parados? Aquí todos los que quieras».

De vuelta a la verja, Ana María ya está sentada en lo que llama «su espacio». Se protege del sol con sus 18.600 firmas. «La gente me dice que si el viento o el calor... ¡lo peor que hay es aguantar a las personas, Dios mío!». El Peñón mira y calla. Parece una elefantiasis.

El cierre de campaña del PSOE se celebró en una Peña Flamenca. La alcaldesa hablaba y los afiliados iban y venían pidiendo caracoles. «Iba a la sierra a cogerlos. Ahora los del Seprona te crujen», lamenta Miguel. «¡Hasta Ley de Chatarreros hay, te piden el Autónomo!». Lleva tiempo parado, no precisa cuánto. «Las ayudas se me acabaron hace dos años y medio. Me dedicaba a la chapa y pintura». Su sueño sería poder rendir cuentas a Hacienda. «Y montar una empresa de reciclaje, la furgoneta la tengo, pero no la ITV. Piden tantas cosas...». El mitin terminó. Una niña canta por Marifé de Triana entre olés socialistas.

«¿Las elecciones? Igual que los mundiales, cada cuatro años». A Francisco, patrón de barco, las urnas igual le pillan pescando. «Los políticos no saben ni lo que es una milla. Gibraltar reclama tres. ¡Se quedan La Línea entera!». Gibraltar deja dinero a algunos, no a los pescadores. «No dejan faenar y el fondo lleno de pinchos». Quieto en tierra, mira hacia la bahía. «Era el “quitajambres”, pero con los bloques no nos queda nada. Yo de allí no salía: levante, allá; poniente, acá”». Y de un salto sube a bordo. «Pero a la mar se vuelve siempre. Yo me fui a la obra y aquí estoy».

«96 kilos pesa, más la silla» . Celina tiene prisa, una anciana la espera. Tiene 36 años, era comercial y lleva tres parada. «Eché 3.057 currículums en todo Campo de Gibraltar. Ni una puñetera entrevista. Así que ahora paseo perros, cuido niños, mayores, y hago artesanía. Hice los detallitos para la comunión de mi sobrino, me salió una boda y ahora voy por los mercadillos. De todo menos puta y pasar tabaco». Su pareja estuvo parada y ahora ha montado un negocio. «En el paro somos nosotras las que empujamos, el hombre se hunde. Crucemos los dedos. Y si no, pan con manteca».