Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Con el relativismo socialdemócrata trepando por las paredes de El Vaticano y la Casa Blanca (“Jamás la hiedra y la pared / podrían apretarse más”, susurran Los Panchos), Pablemos, aquel “muñeco diabólico” del 15-M (voz de gepeése y aplausos de bebé), fue a Barcelona a renunciar al marxismo y tomarse su vasito de agua clara (el catalán, según Pemán).
Con eso de decir en cada sitio lo que allá quieran oír (oportunismo ibérico), Pablemos dijo en Barcelona que está por el régimen fiscal especial y el derecho a decidir, que es lo que se dice para no decir autodeterminación.
En el 76 Felipe González decía disparates más gordos en la prensa de Burdeos, y en el 79 montó un congreso en Madrid para renunciar al marxismo que nunca había leído. Al ser exaltado a la jefatura del gobierno, dijo: “Que España funcione”.
En coincidencia con las declaraciones de Pablemos en Barcelona, el periódico global saca del sarcófago criptocultural a Toni Negri, el santón que en los 70 los engorilaba desde “El Viejo Topo” (cuando el topo, ay, simbolizaba la clandestinidad, y no la calaverada con que algunos tuiteros distinguen a Casillas) y que cuarenta años después reaparece para… “favorecer una dialéctica de contrapoder que garantice que las cosas funcionan” (?). O sea, para apoyar a Pablemos.
Marx odia al Estado; Pablemos ama con locura al Estado, entre Hegel (el Estado es Dios) y Mussolini (el Estado es Todo).
Marx excluye de la “autodeterminación” a España, Portugal, Francia e Inglaterra, naciones anteriores a la Revolución; Pablemos se dice leninista y guiña el ojo a Junqueras.
Lenin declara al nacionalismo enemigo máximo de la clase obrera; Pablemos entiende que la misión de la clase obrera es crear naciones, no conciencia de clase.
Lo demás es política fiscal, única verdad de la socialdemocracia, forma política del capitalismo de Estado.
¿Ideología, para qué?
Y todos los jefecillos de partido fichando “economistas” como el Madrid medias puntas.