Madrid, 24 de Mayo
Vicente Zabala Portolés, 1976
[...]La gente cree que simplemente la muleta es un estaquillador del que cuelga una tela roja forrado por dentro que sirve únicamente para trazar bonitos pases naturales o derechazos. Qué pocos son los que conocen que este paño rojo está destinado a sujetar a los toros huidos, a tratar de bajar la cabeza de los engallados, o levantársela a los que humillan, a someter al toro bronco, a reducir al toro revoltoso, a destroncar a los poderosos.
A excepción hecha de los auténticos aficionados, cada vez más en minoría entre los que asisten a las plazas de toros, la mayoría creen que torear de muleta es dar pases más o menos lucidos, sin orden ni concierto, sin eficacia. Gran parte de estas faenas no tienen un sentido lógico acomodado a las condiciones del toro. Se instrumentan lo mismo cuarenta pases que ochenta. Sin embargo, cuando se torea de verdad el diestro sabe por qué lo hace. Y domina. Y vence. Obliga a la fiera con maña, habilidad y destreza. El toreo es lucha, pelea, que adquiere su máxima categoría en este tercio preparativo de la muerte del toro [...]
(J. R. M.)
