Paco
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Será porque la Liga Española se parece cada vez más a un torneo de tenis de esos en los que siempre acababa en un Federer-Nadal, pero el caso es que se gana aburriendo y sin interés y se celebra tanto en Canaletas como en la Cibeles con la frustración del enemigo rendido antes de entrar en combate y la puñalada siempre reciente de la semifinal de Copa de Europa. Toca festejar la Liga tras la eliminación de Champions y los futbolistas disimulan la decepción subidos a un tractor de ciudad con brincos modernistas y sonidos de Atapuerca, como si fueran los quintos da antaño, eufóricos de ser los guapos en las fiestas del pueblo.
No quitemos importancia a nuestra Liga a pesar de la deriva bipartidista y antidemocrática por la que es dominada, pero como siempre he sido muy copero, porque en cualquier partido salta la liebre, sigo disfrutando con los encuentros a vida o muerte, doliéndome la impostura anual de los veinte puntos sobre el tercero a falta de diez partidos. La caída del Madrid ante el Alcorcón, la del Barça ante el Novelda, el desparpajo del Mirandés el año pasado, la eliminación ésta misma temporada de una Real colocada en Champions por el Córdoba, nos permite disfrutar a los pobres que sabemos que como nunca vamos a ganar un título, nos sobra con el disgusto del cacique y es que en 2ª B y 2ª, se mira a la 1ª como feudo de señoritos.
La final de Copa de esta temporada no quiso la prensa de Madrid que fuera un partido de fútbol, obsesionada en imaginar los últimos días de Mourinho como una Pompeya enterrada en las innumerables lavas del descrédito. Simeone, que a pesar de ser argentino gasta psicologías bravas y reniega de las valdánicas terapias bueyeras, aprovechó la pestilencia sentimental de estos días en el Bernabéu, recogió la mano de la Fortuna, se encomendó a la casta a los principios del rey David y sin que asomara el fútbol, repartió felicidad a los atléticos, esa raza de hombres nacidos, acostumbrados y resignados a perder con “los del reló”.
Acabó el partido y todo era Mourinho por aquí y Mourinho por allá, como si la Copa no pudiera ser cazada por escopeta libre y perteneciera de oficio al Madrid.... ó al Barça. A veces, pocas, la Copa no es un arreón de monteros empujando la res al puesto del señorito. A veces, pocas, el gañán se topa con un “venao” herido y asustado, al que no queda mas remedio que rematar.
¡Enhorabuena a los atléticos por ser lo mejor del Atleti! ¡Especialmente a Emilio de Piedrabuena y al Argimiro de Priego!
Emilio