viernes, 24 de mayo de 2013

Por un puñado de pipas

Sin pipas no hay paraíso
(Colección Look de Té)

Jorge Bustos

La noticia ha corrido como la pólvora. Iker Casillas ha subido a su cuenta de Instagram la foto de un puñado de pipas. “Me gustan las #pipasconsal”, ha añadido a modo de glosa o comentario exegético.

El no iniciado en madridismo underground no ve aquí la noticia por parte alguna. Casillas es un tipo campechano, como Don Juan Carlos -en quien el portero tiene a un influyente partidario según Carlos Herrera-, y manifestar el gusto personal por las pipas saladas es signo coherente de campechanía, como manifestarlo por las cervezas con los amigos de toda la vida y por los campamentos estivales en favor de la infancia.

En cambio el iniciado, o sea el mourinhista, percibe enseguida una diáfana provocación por parte del capitán del Real Madrid, cuyo verdadero carácter distaría muy lejos de la inocencia magnética que le suponen apresuradamente los fabricantes de coches Hyundai.

Como yo no conozco a Casillas y tampoco me fío de la publicidad, no estoy en disposición de ofrecer toda la verdad sobre la cuestionada personalidad del totémico portero de Móstoles, quien acaba de participarnos telemáticamente una predilección decidida por las pipas con sal.

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