Hughes
Abc
Soy un juez silente». En consecuencia, Gómez Bermúdez concedió una entrevista a Évole, del que ciertamente no puede decirse que no se arrime a sus entrevistados. Se les acerca como si fuera a encenderles un cigarro. No dijo supersilente, pero afirmó tener toda la presión del «mundo mundial», y al irle con titulares sobre lo suyo con Ruz: —Me importa un pito.
Porque hay en el juez una afectación de independencia estatutaria que adopta las formas clásicas de la chulería, de un hablar en última instancia. Gómez Bermúdez va marcando estatuto, estatuto judicial, de modo que el domingo gustó mucho a las mujeres, lo que no deja de ser un populismo. Bermúdez es el tío que andaba buscando el mujerío progre y a partir de ahora a más de uno le van a hacer entrar con toga en el dormitorio para instruir el sumario. —Léame los ojos.
Una mezcla de read my lips y del «míreme a los ojitos» de Luis Aragonés. Su elocuencia, eso sí, a veces se desliza peligrosamente hacia el refranero. Tiene Bermúdez algo que no tenía Garzón: voz. Con voz, conocimiento del derecho («El señor Ramírez es jurídicamente irrelevante») y estatuto ¡a ver quién le tose a este hombre!
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