EL RABO DE PALOMO
-Nada de copas, que lo que tenemos que tratar es muy serio. Ten en cuenta que en este momento tenemos tú y yo un rabo en el cuerpo que nos pega cada coletazo que a mí, por lo menos, me balda. Aún no he salido de mi asombro. ¡Vamos! ¡Vamos! ¿Tú te lo explicas? La faena de Palomo en el quinto toro había sido mejor que las suyas habituales, algo más reposada y más ligada, con menos retorcimiento de la figura. Convinimos en que dada la benevolencia del presidente cortaría las dos orejas. Las teníamos descontadas. Entra a matar. Se entrega con todo pundonor para que no se le escapen las orejas. El toro lo trompica y lo derriba. Se levanta el torero muy espectacularmente. El toro muere. Rapidísimamente el pañuelo presidencial concede una oreja. ¡La otra! ¡La otra! Inmediatamente es otorgada. ¿Por qué no? Para eso estamos, para complacer al respetable público. Y se oyen gritos de ¡El rabo! ¡El rabo! El presidente se apresura a concederlo. ¿Por qué no, si la gente está muy contenta? ¿Qué significa un rabo? Cuatro pelos mal contados. ¡Pues entonces para luego es tarde y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga...!
LAS OREJAS Y LAS ROSQUILLAS DEL SANTO, 1972 / ANTONIO DÍAZ-CAÑABATE
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano