miércoles, 21 de diciembre de 2022

Pisar la calle

 

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

El folio pegado en una pared exterior de la biblioteca del barrio de Levante está limpio y tiene letra clara. Uno diría que es encargo a un opositor que quizás prepara "las de magisterio" dentro de la biblioteca, y Antonio se le ha acercado y le ha pedido por favor y por un momento que sea su escribiente particular. La letra parece femenina y uno cree que cuando Antonio haya ido dictando sus especialidades y haya llegado a lo de "interno de apoyo", la escribiente -Antonio no dirá escribienta porque no está en los usos del mundo- habrá preguntado qué cosa es ésa, y Antonio, que ha hecho de interno de apoyo varias veces en el talego, le habrá explicado que "...es cuando a un preso le ponen con otro en la celda para que vigile que no se suicide o haga cosas que no debe." Ya digo que es un suponer, pero obsérvese que a partir de "apoyo" y como si la mano firme hubiera dimitido de modo repentino, la letra se empobrece y aparece lo necesitado que está Antonio con una "H" en el donativo que pide para que se lo lleven veinte metros más abajo, al soportal de la sucursal de la Caixa, donde ha plantado su casa. Antonio, al final del folio, pone sus dos apellidos y el teléfono móvil. El Banco la Caixa ya no existe, pero en el antiguo porche del cajero ha quedado un habitáculo aparente para Antonio, que como cualquier preso que se precie supongo estaría como loco por "pisar la calle". Me he acercado a la plaza La Mosca, pero Antonio S. E. no está. No sé si ha encontrado colocación gracias al anuncio, pero sus escasas pertenencias están bajo dos grandes cartones arrinconadas en la entrada de la antigua sucursal bancaria. Los cartones tienen su nombre con letra bastante menos vistosa que el cartel de la biblioteca.