Pepe Isbert en Los jueves, milagro
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Para los ingenuos que no entendían por qué se jugaba un Mundial en el desierto de Catar, no muy lejos de donde, por estas fechas, fue a nacer Nuestro Señor Jesucristo, ya lo ha explicado Infantino:
–Sería injusto que Messi se retirara sin ganar un Mundial.
Con éste de Catar, donde luce de Priscilla, reina del desierto, Messi ya lleva jugados cinco. Infantino, amo de la Fifa, y Al Thawadi, amo de Catar, quieren coronar a Messi. Al Thawadi, para asociar el nombre de su pueblo al Relato que lleva tres lustros repitiendo que Messi es el Mejor Jugador de la Historia. E Infantino, para reparar la injusticia de haber sufrido de chico “bullyng”… por pelirrojo. Messi es pelirrojo, como los gnomos de los cuentos nórdicos; qué mayor venganza, pues, que ver a un pelirrojo, Messi, recibir la Copa del Mundo de otro pelirrojo, Infantino. Y todo lo que no sea una victoria de este par de falsos pelirrojos, será peor que una injusticia: será una “sinjusticia”, que es concepto de nuestro Fray Luis, el de “decíamos ayer”, que tenía maravillado a Pemán:
–La injusticia es concreta: hiere y pasa. La sinjusticia es niebla de España: favor, influencia, ligereza, politiquilla...
Favor, influencia, ligereza y politiquilla es la conjunción catarí para llevar en andas a Messi hasta la cima, con los coros mediáticos de Roures entonando el “Hosanna”. Ver a Argentina en Catar es como ver “Los jueves, milagro” de Berlanga, pues hasta Messi es una copia de Pepe Isbert disfrazado de San Dimas con postizo de pelo y barba.
El Fontecilla de Berlanga es Doha. Don Ramón, el dueño del balneario necesitado del turismo, es Infantino, que tiene un plan: organizar una “aparición mariana”, como la de Lourdes, que atraiga a los devotos. Cuenta con el extraordinario parecido que hay entre Pepe Isbert, que es Messi, y una vieja talla de San Dimas. El resto, lo estamos viendo.
Pero quieren hacernos ver que ver a Messi en Catar es como ver a Jimi Hendrix en Woodstock, donde, por retrasos por la lluvia, Hendrix fue el último en actuar; lo hizo el lunes, 18 de agosto, al amanecer, para los supervivientes de la mayor resaca de la Historia y tocó su versión psicodélica de “The Star-Spangled Banner”, que sería el Séptimo Sello de los 60, el del “silencio en el cielo como por media hora”.
No sean ridículos, y circulen.
[Lunes, 5 de Diciembre]