Ignacio Ruiz Quintano
Abc
A los 73 años del Día D, los alemanes se negarían a luchar, si Putin atacara a un país de la Otan.
Vuelvo a “El canto creciente del macho cabrío” de Botho Strauss:
“Sólo luchamos por lo nuestro… Nos obligan por ley a ser bondadosos…
Nadie prevé si nuestra no violencia sólo está retardando la guerra hasta
nuestros hijos… Deberíamos revisar qué hay de sincero y autónomo en la
propia tolerancia… Nuestros intelectuales son amables con el extranjero
no por amor al extranjero, sino por furia contra lo nuestro, y acogen
con satisfacción todo lo que lo destruye…”
El canto del chivo lleva a frau Merkel a esta cita del Tao: “El
cielo y la tierra son implacables. Los seres de la creación son para
ellos meros perros de paja”. (En los ritos chinos, explica John Gray,
se empleaban perros de paja como ofrenda a los dioses: durante el
ritual eran tratados con reverencia, pero luego, cuando ya no eran
necesarios, eran pisoteados y abandonados).
Anonada el resentimiento de los vencidos contra los vencedores de Normandía. Aunque Macron,
hijo de su tiempo, crea que Francia fue liberada por la División
Leclerc (más unos españoles en alpargatas), el continente, que era
fascista de arriba abajo, fue liberado por las dos únicas naciones,
América e Inglaterra, que han conocido la libertad política. Lo de Rusia
es otra historia.
–Tras el colapso comunista –recuerda Gray–,
los rusos deseaban unirse a “Occidente”. La recompensa fue un trato
peor que el obtenido por las potencias del Eje tras la guerra. ¿Y China?
Desde que renegó del maoísmo, ha despreciado todo asesoramiento
occidental: esto le ha valido todos los agasajos de Occidente, donde se
la considera un paraíso de estabilidad económica y de buen gobierno (¡liberal!)…
Para entender el mecanismo psicológico de este resentimiento, no hay más
que ver el rencor (en aumento) que en España los vencidos profesan a
los vencedores de la guerra civil.
En Europa, el chivo, ay, tira al monte.
[Miércoles, 7 de Junio de 2017]