Valdellán
PEPE CAMPOS
Jueves 6 de octubre de 2022. Las Ventas. Segunda novillada de la Feria de Otoño. Media plaza.
Cuatro novillos de Valdellán, bajos de agujas, nobles, de poco poder; el tercero, largo y el cuarto, berrendo, con más cara. Y otros cuatro novillos de López Gibaja, dos devueltos por inválidos, el quinto, alto de agujas, manso, noble y cómodo, el sexto (segundo sobrero), inválido.
Terna: Yon Lamothe, verde oliva y oro, se presentaba en Las Ventas como novillero, silencio y silencio tras aviso. Diego García, blanco y oro, algunas palmas y silencio tras dos avisos. Jorge Martínez, nazareno y oro, vuelta al ruedo y silencio tras aviso.
Imagino a mi amigo José Ramón Márquez, a la misma hora de la novillada de ayer, en sus vacaciones, en Centroeuropa, tomando un vino blanco alemán, del Rhin, de uva Riesling. No sé si introduciendo en la copa unos cubitos de hielo por aquello del cambio climático, que está llevando a muchos congéneres a toma de decisiones contra todo lo consuetudinario. Ya nos lo dirá a la vuelta. Sobre lo ocurrido en la tarde de ayer en la plaza de Las Ventas puedo comunicarle desde aquí que no se perdió nada especial. El resumen de la novillada, a excepción de algunos pasajes de la actuación de Jorge Martínez, se podría resumir en «Ni fu, ni fa».
Los novillos de Valdellán, del primero al cuarto de la tarde, de manera curiosa, no parecieron ni bravos ni mansos, ni siquiera todo lo contrario. Nobles si fueron y embistieron del mismo modo por los dos pitones, algo muy curioso, pero sin alma. Se dejaron. Esto indica que estamos entrando en una era en la que, en lo relacionado con el toro, los conceptos antiguos que antes eran referente, como bravo y manso, o bravucón o encastado, etc., ya no sirven. No hay manera por dónde coger todo esto, o cómo entenderlo, pues muchos toros hoy (ayer novillos), no embisten con celo sino con automatismo, o con mecanicismo. Una realidad y una rémora para la tauromaquia.
Los cuatro novillos de Valdellán de ayer desde la salida del toril hasta su arrastre desarrollaron un concepto de chocheo, muy común en los tiempos que corren, que podríamos denominar o asemejar en sus características a la indiferencia o al desinterés o a la desgana, y si le damos toques literarios y humorísticos a una especie de «Ni fu ni fa», tanto en lo que hicieron como en lo que dejaron percibir. Los novillos restantes de la ganadería de López Gibaja, quinto y sexto, además, lucieron suprema invalidez. Todos los novillos entraron y salieron del caballo sin aportar nada, sin decir ni mu. En banderillas lo mismo (el quinto se dolió un poco). Algunos quisieron saltar al callejón pero les faltaba la fuerza y el nervio para lograrlo.
Yon Lamothe, debutó en Madrid, y lo hizo sin demasiado relieve. Con el capote, lució verónicas de trámite. A cada uno de sus novillos les aplicó faenas mecánicas, toreando sin mando, por fuera, despegado y sin rematar los pases. Y con muchos enganchones. Mató en su primero de estocada baja, tendida y atravesada. En su segundo novillo de estocada baja, tendida y trasera, y de una segunda estocada caída.
Diego García, también empleó el capote pasando de una cosa a otra. Con la muleta toreó por fuera, con el pico de la misma, y tan despegado que en vez de cerrar las tandas con el pase de pecho tenía que recurrir, tras el cambio de mano, al natural abierto, o a un pase desmayado. Una versión con escasa obligatoriedad. Con la espada mató a su primer novillo de una estocada casi entera atravesada y al quinto de la tarde tras nueve pinchazos, de diversa guisa, y tres descabellos.
Jorge Martínez, fue el triunfador de la tarde. La afición le esperaba. En su paso por la Feria de San Isidro había dejado una buena sensación, principalmente, por haber mostrado personalidad y un toreo alejado de las modas de lo acomodaticio y de la falta de originalidad. Es decir, por haber ofrecido una imagen de frescura y de novedad. Ayer a su primer novillo, que fue perdiendo gas y en ocasiones las manos, le toreó con limpieza y largura, con temple y buen trazo en los muletazos de las dos últimas tandas al natural, pero también con esa forma de citar al novillo con la muleta en uve cuando abría el compás. En los ayudados finales surgió la torería. En el novillo que cerró el festejo no se le puede medir, ni valorar, por la invalidez manifestada del presumible enemigo. Entre capote y muleta, Jorge Martínez, destaca con la muleta y al natural. Mató a su primer novillo de bajonazo y al último de la tarde de pinchazo y de estocada delantera, caída y atravesada.
El triunfador de la tarde
ANDREW MOORE
Lo de Yon Lamothe
Lo de Diego García
Lo de Jorge Martínez
FIN