Hughes
Abc
Las caceroladas o protestas, o, simplemente, las reuniones en Núñez de Balboa, presentan la novedad radical de estar protagonizadas por pijos que efectivamente lo parecen. La más radical diferencia entre esta manifestación de protesta y las anteriores es que aquí los pijos no se han disfrazado de otra cosa, lo que viene a decirnos que tan pijos no serán. Porque para ser tomados en serio y para echar a volar como movimiento, el pijo debe ir vestido de no pijo, de antipijo o de torturado edípico. Un pijo que parezca pijo es, para empezar, un traidor a su clase y aunque sea lo realmente revolucionario no puede ser tomado en serio.
Alguien que proteste en su propio nombre y por sí mismo es una cosa pobre y advenediza. El pijo se sabe que es pijo cuando protesta en nombre de los demás y se disfraza de pobre o incluso de algo peor. Cuando se sienta en la plaza y la okupa en tu nombre. Entonces sí, no cabe duda.