Goebbels
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En la correspondencia de Goebbels (¡cuánta pepita de oro para Marlaska!) figura su intercambio de pareceres con un oficial de las SS encargado de los campos de exterminio. El oficial informa que en uno de los campos caben diez mil prisioneros, y pregunta cuántos guardias le asignarán. Goebbels responde que cincuenta. Al oficial le parece imposible, por falta de proporción. Goebbels le explica que, de cada mil prisioneros, sólo uno será capaz de rebelarse, y es misión de los guardias identificarlo y destruirlo.
–Sólo se les resistirán a ustedes diez prisioneros. Los demás obedecerán muy complacidamente a cambio de sobrevivir. Le sobran a usted cuarenta guardias.
Es el resumen que hace en su blog un teórico de la literatura (en España, desde que De Los Ríos, alias Don Suave, regresó de su visita a Lenin con su “Libertad ¿para qué?”, la libertad sólo ha sido una ficción literaria), Jesús G. Maestro, del maravilloso mundo aparte de Gustavo Bueno, que nos invita a preguntarnos por qué somos tolerantes con quien nos niega la libertad.
–Dividid el poder, si queréis que la libertad subsista –gritó un día Saint-Just (y al otro día se ciscó en ella).
El único político actual que tiene la pulsión de la libertad (el video de Llodio, el trato con Bueno) es Abascal, aunque su norte, el 78, sea un error, pues es el que nos ha traído aquí, de donde sólo saldríamos dignamente (¡dignificar la obediencia!) cambiando las candidaturas de listas de partido por candidaturas uninominales de diputados de distrito (principio representativo en la sociedad política) y eligiendo directa y separadamente el poder ejecutivo (principio electivo en el gobierno). Nunca lo veremos, pues el nuevo Consenso está a otra cosa, que no es la nuestra.
–Es posible que a los valientes los pierda su valor –concluye Maestro–, pero es seguro que a los cobardes la inteligencia sólo les sirva para obedecer mejor que aquellos ignorantes a los que desprecian porque no leen libros en tiempos de libertad.