Maquiavelo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
A la agudeza de Schmitt debemos la observación de que Maquiavelo no es maquiavélico, pues, en tal caso, hubiera escrito devocionarios, y no esto:
–El hombre es una criatura que obedece a otra que manda.
Cosas que valen para un príncipe como Fernando y para un marmolillo como Sánchez: “Los poderosos proponen leyes menos en favor de la libertad que para acrecentar su poder. El miedo que inspiran cierra la boca de todo el mundo, de tal manera que el pueblo, engañado o forzado, no delibera más que sobre su propia ruina”.
Asombra el silencio liberalio sobre el derecho a la insurrección popular, que no viene de Pablemos, sino de Locke, que cree atisbar cómo algunos hombres tienden a mantener su libertad frente a la decisión ilimitada y arbitraria de otros, y cómo esos hombres integran la parte más inteligente e importante de la comunidad:
–Y por intermedio de esta parte más inteligente e importante se manifiesta lo que puede denominarse grupo constituyente, pero no bajo ningún gobierno, ya que su poder no puede entrar en juego sino para disolver el gobierno establecido e implantar una nueva Constitución.
Conque derecho a la insurrección ¿eh? ¿Natural o positivo?
Los revolucionarios franceses dedicaron la primavera del 93 a darle vueltas. Condorcet presentó una Declaración de Derechos que incluía: “En todo gobierno libre, el modo de resistencia debe ser regulado por la Constitución”.
¿La insurrección como materia constituyente? Marlaska, aquí, pondría ojillos de ornitorrinco, pero allí estaba Robespierre, un Marlaska con lecturas, en cuya Declaración reconoció el deber y el derecho de insurrección contra el gobierno que viola los derechos del pueblo o los de uno solo de sus miembros, despidiéndose con una media verónica para el recuerdo:
–En uno y otro caso, sujetar a formas legales la resistencia a la opresión es el último refinamiento de la tiranía.
¿Dónde, los liberales de Locke? Cúmplase el destino. Hágase en mí según la voluntad de los imbéciles.