Ana en su paraíso de la calle el Tinte
Calle Trueque
San Juan de Palomares
Cualquiera es bueno
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Ahora que todos somos presos, valoramos momentos de libertad en los que nunca habíamos reparado y que además hasta eran gratis..., o casi: pasear por el campo -¡cuanto lo echo de menos!-, sentarte a tomar una cerveza, estar con la familia... El preso en el “chopano” echa más de menos los placeres sencillos que los excesos de los fiestorrones entre colegas. Más añora dos huevos fritos que un plato de gambas huelvanas y más sereno sonríe con el recuerdo del salmorejo con tomates de Alcolea que con un arroz de bogavante.
Ahora que todos somos presos, valoramos momentos de libertad en los que nunca habíamos reparado y que además hasta eran gratis..., o casi: pasear por el campo -¡cuanto lo echo de menos!-, sentarte a tomar una cerveza, estar con la familia... El preso en el “chopano” echa más de menos los placeres sencillos que los excesos de los fiestorrones entre colegas. Más añora dos huevos fritos que un plato de gambas huelvanas y más sereno sonríe con el recuerdo del salmorejo con tomates de Alcolea que con un arroz de bogavante.
En Córdoba, tanto el preso en celda como los que penamos en pisos teníamos señalados el día de ayer, el de hoy y el de mañana como los ideales para disfrutar ¡gratis! de placeres que nunca se olvidan y a los que volvemos cada año con orgullo nada disimulado: los patios. Estaba programada la apertura antier lunes y antes que la marabunta del fin de semana los invadiera con guías de paraguas en alto, estaríamos, los empadronados, esta entresemana recorriendo con tranquilidad esa paz revestida de colores esplendorosos que anida en los patios de las casas de cada barrio: Santa Marina, San Lorenzo, San Basilio... Ahora mismo, mediodía, un servidor andaría por San Lorenzo o San Agustín y saludaría a los dos jóvenes con móvil de la puerta que me dirían “pase, pase” porque no es día ni hora de formar colas. En el de Marroquíes -el patio de vecinos de verdad- en Santa Marina uno podría toparse con una excursión de Jaén o Guadalajara pero mayormente las bandadas que salen de los autobuses -paran casi todos en la Ribera- enfilan hacia el barrio de San Basilio que les cae cerca, convirtiendo sus callecillas en una bulla que a mi personalmente me espanta. En San Basilio están los más celebrados, por recargados, y hoy y mañana serían los días indicados para visitarlos con más comodidad, pero ya tengo contado otros años que por donde me siento mas a gusto es por San Lorenzo sobre todo: calle el Trueque, Escañuela, San Juan de Palomares... Las calles son estrechas, apenas hay circulación y abundan las tabernas donde se bebe vino a la antigua, sacado del barril; charlo con varios Rafaeles y vuelvo a casa echando cuentas por los patios que puedo pasar antes de llegar por la tarde al de la señora Ana en la calle el Tinte.
Medita uno como lo que es: como preso y como preso me acuerdo de lo que nunca soñé me faltaría en Córdoba en los días presentes: contemplar el exquisito trato de las flores en primavera.