viernes, 9 de agosto de 2019

Los comienzos



Francisco Javier Gómez Izquierdo


         Pogba y Neymar son dos rebeldes a los que uno no encuentra justificación para sus tradicionales indisciplinas. A los que aún creemos en la palabra dada y el compromiso adquirido sea de la índole que sea, los malestares personales millonariamente pagados nos parecen merecedores de rigurosas sanciones y por supuesto inaceptables entre personas mínimamente formales.

      No entiendo a ese Neymar del que no está claro si va a acabar en el Barça o en el Madrid conforme pone hoy en la prensa de la capital, pero vaya donde vaya sembrará inquietud desde su egoísmo -y el de “su entorno”, cruz de los cracks brasileños- insolente y maleducado fruto del convencimiento propio de que no hay futbolista que se le iguale.
     
No se entiende tampoco a ese Pogba disgustado en Manchester y al que no hay más que mirarlo a los ojos para darse cuenta que un tipo así te traerá problemas. Desde su “explosión” -creo que nunca ha jugado mejor que en este Mundial- un servidor siempre ha dudado de las crónicas que lo santificaban de un  modo, para  mí, exagerado. Se ha vendido bien, muy bien, Pogba, y se sigue vendiendo de narices, como si Pogba fuera la nueva encarnación -supongo- de aquel Vieira que también tuvo un caché “hors categoríe” como corresponde a tanto francés “sublime sin interrupción”.
      
Los dos están locos por venir a la liga española y es posible que los dos aterricen con la extraña sensación de colarse de mala manera en una Liga mucho menos seria que las que quieren abandonar. Una liga en plena guerra civil y en la que no me explico cómo ciertos individuos, tal que el antiguo sindicalista Rubiales, llegan a disponer de los bienes y haciendas ajenas sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo.
       
No tengo idea de asuntos económicos, pero es evidente que todos los clubes dependen del dinero de las televisiones. A todos nos gustaban los partidos a la misma hora sentados en la preferencia de El Plantío y con el transistor en la oreja, pero todos sabemos que aquello es ya imposible en España y en Europa. Hoy hay partidos en Inglaterra y Francia, las ligas de Pogba y Neymar, porque así lo determinan los contratos entre los clubes y las operadoras televisivas y sobre todo porque parece haber mucha más formalidad entre los responsables del fútbol de esos dos países que entre los nuestros. Puede que Tebas, el presidente de la Liga, sea a veces un tanto provocador, pero en el tema de los horarios tiene la poderosa razón de la economía. La razón de la supervivencia de los clubes.
    Ese dinero, el que corresponde al Córdoba, pone hoy en la prensa que está embargado por el oscuro Oliver, feroz enemigo al parecer, del señor Tebas y pretende también cobrarlo el anterior presidente del Córdoba, el ínclito Carlos González. Esa pesadilla que los cordobesistas no vamos a ser capaces de espantar. Mientras, el club dice que las noticias son falsas, que no ha lugar al embargo, que los entrenadores y jugadores a los que se debe dinero ya están cobrando, que esto y lo otro. Me conformaría con que lo recaudado en las renovaciones -6.000 abonados en 2ªB- esté íntegro en la tesorería para pagar los primeros gastos de nóminas, arbitrajes, desplazamientos... de la liga que empezaremos en el grupo IV de 2ªB.

      Si. Lo que he puesto en la última línea se pone con muchísimo miedo.