jueves, 15 de agosto de 2019

Haro



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Reconforta saber que al volver a Madrid tendremos un gobierno. O una “gobernanza”, en la neolengua de los zánganos. Antes que la anarquía, hasta un sabañón de becas, como Errejón, con su jeta de zarigüeya. Pero será Ayuso, y ya se ve Haro.
    
Ya estamos en Haro, que se ven las luces –decían los riojanos del tren.
    
Haro fue la segunda población española (después de Jerez de la Frontera, donde las papas se comen “entera”) con alumbrado eléctrico. En el Calendario Zaragozano, que es la Wiki culta, el boticario Aguirre refiere que en septiembre de 1890 pusieron faroles de arco voltaico que daban una luz vivísima, con carbones de retorta que tenían unos muelles automáticos para que se acercaran lo justo, a medida que se gastaban.

    Ayuso, tampoco es cosa de hacerse ilusiones, no es Boris Johnson: no tiene la formación humanística ni la energía dionisiaca del tory despeinado, aunque ¿quién tiene eso hoy en España? Los dos son periodistas, pero ¿qué columnista en activo se acerca aquí escribiendo al gamberro inglés? Además, Madrid no es Londres, “la vaca gorda” de Churchill que Cifuentes prometió traerse a Alcorcón.
    
Ayuso es la cara amable de la socialdemocracia en un país donde no hay otra cosa: economía de derechas, cultura de izquierdas y gobierno en el medio (que no es lo mismo que en el centro, donde, por otra parte, está todo gobierno). Promete bajar los impuestos porque no es Trump, en cuyo caso sería una infame promesa populista, y proclama su fe en las Autonomías (cuya intrahistoria le es desconocida) y en el escudo de Novillo y en el himno de García Calvo para Madrid, nombre que designa, a la vez, capital, autonomía, provincia, región y hasta club de fútbol, el Real Madrid. Mas en agosto y con las luces de Haro a la vista no pediremos a Ayuso lo que nadie pidió a Leguina (“la Comunidad de Madrid es una región metropolitana”) ni a Tierno (“¡Madrid ha dejado de ser capital!”) ni a Gallardón (“Madrid es centro del Estado”) por sus disparates. A ver qué le deja hacer el “gang” liberalio.