viernes, 26 de julio de 2019

El 99

El Konsenso

Hughes
Abc

Fracasados los intentos por formar gobierno, o consumado el teatrillo para no alcanzarlo, y según establece el artículo 99, el Rey iniciará nuevas consultas, un papel que Sánchez ya le quiso sustraer y que después de las grotescas y hasta ridículas jornadas vividas reportará una nueva frescura institucional. Algo digno, por fin, algo en su sitio.

La izquierda «desilusiona» a sus votantes después de que saliera a parar el «fascismo». No sería tan urgente la amenaza. Menos daño en la derecha. No hace mucho, PP y Ciudadanos hablaban del «nacionalismo» de Vox. Ahora Casado -menos es más- recuerda a los Reyes Católicos y Rivera habla de la nación y menos de la ciudadanía. Abascal, sometido a la distorsión mediática, aprovechó sus minutos en el Congreso e irritó a Esteban tanto como para que el PNV reivindicara a Unamuno.

Asombra cómo la izquierda acepta el tono paternalista del separatismo. En Esteban es casi patrimonial, pero también se vio en Rufián, que comparte la nueva y viscosa sentimentalidad e hizo gustoso el papel de amigo brasas que acude a sermonear a una pareja que ha reñido. Hasta a Bildu se lo admiten, pero es que su discurso ya es el de parte del «mainstream» periodístico.

Los de ahora son peores políticos sometidos a mayor desgaste, y el deterioro es creciente, pero culpar a su insustancialidad o al taimado Sánchez es condenarse a la miopía. Es el sistema el que está chirriando. En sus reglas y hasta en lo informal, pues Cs, que estaba llamado a ser comodín de pactos, decide que su función es otra, una especie de centro cimarrón.

Para empezar, el actual multipartidismo no es por «populismo», no es un virus ruso que la gente pilla en internet, es consecuencia del sistema electoral. La naturaleza del régimen es el consenso y en ese reparto, ya crónico, surgen fricciones. Las negociaciones entre partidos (que quieren maximizar su provecho) alargan procesos antes rutinarios. El legislativo queda suspendido. El 99 empieza a crujir. El embudo no es circunstancial y no depende de tener o no «sentido de Estado». Es un problema de la Constitución. Una doble vuelta o una forma cercana al presidencialismo respetuosa de la monarquía, por ejemplo, permitirían que los españoles eligieran al jefe del Ejecutivo, pero los partidos sólo proponen cambiar el 99 para que les sea más fácil el reparto. Más fluido. Como quien cambia una cañería cuando flojea la presión del agua.