martes, 22 de mayo de 2018

Alaya



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La juez Alaya es la prueba de que, sin entender la naturaleza del Régimen, nos perdemos en la grande polvareda como don Beltrane.

La juez sostiene que “nuestra joven democracia tiene un sistema judicial que resulta envidiable para Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos”, y luego afirma que Psoe y Pp “me quitaron por miedo a que investigara los cursos de formación”.

¿A qué llama “democracia” la juez? La “democracia representativa”, bautizada así por Hamilton, son tres principios: Representativo en la sociedad política (imposible en un sistema proporcional de listas de partido), Electivo en el gobierno (ni a la juez ni a mí nos es dado votar directa y separadamente al jefe del Ejecutivo) y Divisorio del poder en el Estado (un lujo que sólo se permiten en los Estados Unidos).

Alemania es un Estado de partidos. Francia, una mala copia que hizo De Gaulle (que, por mantenerse él por encima de la melé, no separó los poderes) del sistema americano. Reino Unido, un parlamentarismo de gabinete sin separación de poderes. Estados Unidos, la democracia representativa (inventada para huir de la tiranía parlamentaria de los ingleses). Y España, una Monarquía de partidos (por eso todo lo de Pablemos es mentira), aunque la jueza lo llame, en el lenguaje lúdico de las tautologías kelsenianas, “Estado Social y democrático de Derecho”, cuyo “pilar es la independencia judicial, garantía de la libertad de los ciudadanos”.

No. El fundamento de las libertades individuales es la libertad política, y los “Founding Fathers” crean su sistema (¡la separación de poderes!) para garantizarla: su Constitución es enmendable, no reformable. La separación de poderes, no la independencia judicial (que no es un poder), es la garantía de la libertad política, y la prueba, ay, es que aquí los partidos “me quitaron por miedo a que investigara los cursos de formación”.

El origen de toda corrupción, concluía el estudio de Susan Rose-Ackerman, está en la no separación de poderes.