Abc
El tránsito de Mandela (Madiba, para el tertuliano) ha arruinado el copetín constitucional: nadie habla hoy de ello.
Con sólo 35 años, la fiesta constitucional parece ya un Rastrillo de Umbral. Los políticos no dicen: “Todo envejece y nos vamos ya.” Dicen: “Todo envejece y habrá que reformar”. La Constitución, se entiende, que además es una Constitución irreformable, pues se trata de una Constitución tan dada de sí que en ella cabe todo, y una Constitución en que cabe todo es como una Constitución que no existe.
Y, sin embargo, España sigue sin ser (constitucionalmente) Inglaterra, aunque tengamos oradores como María Soraya y Llamazares, a quienes el periodismo parlamentario, que se olvida de Hernández Mancha, tiene por los mayores oradores del momento.
De momento, María Soraya ya ha avisado a Artur Mas de que le enviará a los abogados como siga adelante con su Mossad (la verdad es que por menos fusilaron a Mata-Hari), que seguirá, y más ahora, una vez que, desaparecido Mandela, querrá presentarse al mundo como el último libertador de pueblos, en competencia, eso sí, con Otegui, que cuenta con la bendición del biógrafo… de Mandela.
–Nelson Mandela llegó temprano a trabajar el 11 de mayo de 1994... –arrancaba, ayer, el obituario del periódico global en español, al que, rota la cadena del frío, se le escapó la fecha de entrada del texto en la nevera (28 de marzo de 2013: eso es llegar temprano), que así son los tuiteros de malvados.
El espectáculo del aventamiento ideológico de las cenizas de Mandela ha sido digno de “La rama dorada”, pero aquí ya no tenemos a Sir James George Frazer, sino a Juan Ramón Lucas, que tuiteó (tirando del cuerpo para arrastrarlo a su cueva):
–Y los de las cuchillas alabando el legado y el ejemplo de Mandela. Manda güevos.
Los de las cuchillas no son Otegui, que se reclama Madiba, sino el ministro Fernández, que se limita a sacar de la cárcel a los que le ha dicho Un Hombre de Paz.