Manuel Jabois
Un amigo me dice en la comida que se va a Madrid el 26 y regresa a Pontevedra el 30, y le pregunto para qué, si es un hombre que hace negocios y se rige a sí mismo, y me habla de unos juicios por impagos. «En Madrid no se paga. Se dejó de pagar hace algún tiempo, y ahora allí ya no paga nadie. Cuando viene el camarero con la cuenta de los menús del día hay tres o cuatro comensales que levantan la mano y hacen el gesto ése del boli de que se lo apunten». Son, me dice mi amigo, decoradores y directores de escena, guionistas, actores y arrendatarios de pisos vacíos llenos de yogures caducados.