sábado, 14 de julio de 2012

Los pigmeos y los mineros

Mineros y liberados sindicales en Madrid

Los pigmeos son en cierto modo víctimas de la minería africana indiscriminada e incluso en algún caso han tenido que acabar como mineros ellos mismos. Y tiembla uno imaginando a los pigmeos en inmensas minas escuchando los sones quejicosos de un Victor Manuel polifónico y zulú


Hughes

La Fundación del Madrid y una Ong se han ido a Camerún a preocuparse por los pigmeos. Según rezaba la noticia, su pequeña estatura provoca que en ese país se les considere una minoría socialmente discriminada, con la consiguiente merma de derechos. Los pigmeos siempre han sido para nosotros una felicidad antropológica porque vivían ajenos al concepto de ser bajitos. Ahora, las oenegés van a descubrirles que en realidad lo son y a redimirles por no tener los derechos que jamás tuvieron.

Lo cierto es que más que su altura, lo problemático es su condición de desplazados. Han sido expulsados de los bosques por la explotación agrícola, maderera y minera y se han quedado sin el mundo que habitaban.

Coincidiendo esta preocupación por los pigmeos con la marcha negra y las reivindicaciones obreristas de la minería española (la cohetería astur contra los helicópteros de la Guardia Civil quizás sea la primera evidencia de “lucha obrera” de mi generación), lo anterior da que pensar, porque los pigmeos son en cierto modo víctimas de la minería africana indiscriminada e incluso en algún caso han tenido que acabar como mineros ellos mismos. Y tiembla uno imaginando a los pigmeos en inmensas minas escuchando los sones quejicosos de un Victor Manuel polifónico y zulú.

A los pigmeos los echa la minería y se mueren étnicamente; los mineros no pueden seguir con su minería subvencionada, y perecen en tanto mineros. ¿Y si se fuesen los mineros asturleoneses al África y los pigmeos poblasen los montes del norte?

Nos duelen los pigmeos, pero también nos duelen los mineros y en esto hay una colisión de sensibilidades y redentorismos, una característica de nuestro tiempo, que se quiere condoler por todo y no alcanza y a veces produce una contradicción de sensibilidades y compunciones, como llorar en el entierro del asesino y en el del asesinado; porque ¿no son en realidad los mineros como unos nuevos pigmeos asturianos que ven morir el mundo que fue suyo? Pero a la vez… ¿no son los pigmeos víctimas inocentes de unos mineros barreneros de allí?

Yo trato de estar al día con comprometida sensibilidad, y sufro por el pigmeo y maldigo los intereses de la minería africana, pero luego me solidarizo con el minero español, al que ya veo con otros ojos, porque lo veo un poco pigmeo y realidad muriente y vislumbro que los redentores del pigmeo quizás están honrando también a su abuelo, como Victor Manuel, porque si me imagino a mi abuelo en taparrabos me doy cuenta de que era talmente un pigmeo menos oscuro. Cuando pensamos en nuestro abuelo, somos todos colonos románticos.

Victor Manuel cantó al minero, sobrepasando la conformidad del minero de Antonio Molina -minero de buen conformar de la sociedad paternalista-. Y Aute les cantó Al alba, certificando con ello su ocaso inevitable. Los pigmeos ululan también su gritería de siglos por última vez, y cabe preguntarse si cuando nos empecinamos en permanecer contra toda evidencia, no estamos siendo un poco como los pigmeos o como los mineros.