lunes, 16 de julio de 2012

En olor de khedirismo



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Vuelve Mourinho a Madrid y con tan sencillo acto se da por inaugurada la temporada 2012-2013, de violines y tambores, que éste va a ser el nuevo tabarrón de los revistosos del puchero.

    –Vale, perdonamos la vida a Mou, pero si aceptáis que lo de Mou son tambores, y lo de Tito, violines.
    
La comparación, como diría un tonto contemporáneo, no es baladí.

    Esa comparación la utilizó Marc Bloch para explicar cómo debería comportarse un buen historiador, es decir, trabajar como un constructor de violines preocupado por el futuro sonido del instrumento, frente al historiador mediocre, que se comporta como un fresador que aparta a un lado de manera grosera aquello que escapa a sus métodos habituales.

    No otra cosa harían igualmente los malos entrenadores: acercarse a sus jugadores más como fresadores que como constructores de violines.

    –Pau Casals o timbaler del Bruc.
    
Los violines de Tito (Villanova) y el piano de Tete (Montoliú) y la húmeda de Toni (Freixa), ese Fary de “disseny” que esta semana nos ha contado por capítulos el Aranzadi para justificar su teoría del indulto a Mourinho, cuya simple mención mata de ansiedad al progre culé.
    
Mourinho ha vuelto y lo hace en olor (y loor) de khedirismo, que es el ismo de Khedira, ahora que hasta Beckembauer ha visto aquello que dejó escapar un locutor simplón en la Eurocopa: “¡Cómo empalma Khedira!”

    Khedira nunca cayó (ni bien ni mal) entre los piperos del Bernabéu, esos que llevan tres años silbando a Cristiano y que saben de fútbol por lo que leen en la chica del “As” (nada que ver con la de Hebrero San Martín).

    Khedira había llegado a Madrid con cara de Vincent Vega (John Travolta en “Pulp Fiction”), y él mismo contó esta primavera en Alemania cómo fue su encuentro con Mourinho:

    –Me preguntó de forma seca: “¿Cuáles son sus ambiciones?” Y respondí: “Ganar todo lo posible”. Se puso en pie y me dijo: “Tú eres el jugador que quiero”. Fue una de las cosas más memorables que he experimentado. Nuestra entrevista duró cuatro frases.
    
Ganar todo lo que se pueda.

    Ahí está el programa de la Décima, esfumada en los dos últimos años por la calaverada de Stark y una tanda de penaltis.

    Beckembauer dice ahora que, gracias a esos dos años en el Bernabéu, Khedira es un auténtico líder, y lo quiere para el Bayern, donde Schweinsteiger ya sólo es un despojo de melancolía, aplastado por una conga, que dice Jabois, “y la losa mortífera de verse cada verano en ‘Marca’, que desgasta más que cien derrotas”.
    
En el sentido viril del término, más bello que Khedira en ese grupo campeón sólo recordamos a Altintop, un Antonio Gades turco que pareció echar el año fumando perezosamente en el banquillo blanco el narguille de porcelana, con agua perfumada, y que cuando salió fue quien mejor marcó nunca a Iniesta, el “crack” de los pobres.

    (El violín de Iniesta contra el narguille de Altintop, que tuvo, por cierto, el madridismo económico que no ha tenido ningún canterano.)

    Mourinho en Madrid a 14 de julio, primer día de la Décima.



EL SUBLIMADO
Que dice Hollande, el presidente francés, que cuando se lleva la camiseta de Francia hay que estar sublimado, y pone el ejemplo de la Roja, que iría del estado sólido de Casillas al estado gaseoso de Xavi sin pasar por el estado líquido de Alonso. ¿Pero cómo sublimar a Benzema? Del socialista Prieto se cuenta que una vez sus amigos lo llevaron a un sótano para iniciarlo en una tenida masónica: penumbras, mandiles, calaveras, espadas… Y que a la salida, dijo Prieto: “La verdad… prefiero la Misa”.



 Aquellas chicas del As...