Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Me juran ante un café con churros que Zapatero desea título nobiliario.
Es natural. En cuatro días, sólo será un ex. La República, aboliendo la aristocracia, sólo consiguió, al añadirles la partícula ex, alargar los títulos de nobleza.
Zapatero no es noble, con lo que su ex no pasa de ser la guinda de la nada. Por eso necesita, como asidero del ex, un título nobiliario, sin menoscabo de su compromiso con todos los pobres de España, sus hijos.
¿Acaso el “New York Times” no llama “Mariana” a Rajoy? ¿Qué nos costará a nosotros llamar “Ramón” a Zapatero?
–Y usted, ¿por qué no se llama Ramón? –decía Falla para adular al amigo–. Ya ve usted, ¡Ramón Pérez de Ayala, Ramón Menéndez Pidal, Ramón del Valle-Inclán, Ramón Gómez de la Serna y hasta Ramón y Cajal! Tiene usted que cambiar de nombre. ¡Ah, si yo me hubiera llamado Ramón!
De Gonzalón se cuenta que rechazó un ducado sevillano, sin saber que lo que con Monarquía es nobleza con República es cursilería. Cuando Azaña fundó la Orden de la República, Madariaga, buhonero él, propuso “Villalar”, por los comuneros, u “Orden de la granada”, por la Granada de “Los Puntos”.
–¡Jamás! –exclamó Azaña, siempre tan fino.
Y Madariaga (¡buhonero!) creó el “Ciudadano de Honor”, a entregar cada 14 de abril, que el primer año fue para Unamuno, el segundo para Cossío, y al tercero (¡celos!) Azaña lo tiró al cesto.
Veo a Zapatero en campo de plata, como indica la heráldica, siete abarcas en faja (formación de tiqui-taca), y de mote, los versos de Valle-Inclán:
–…hay un zapatero / que silba a un jilguero / la Internacional.
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Abc
Me juran ante un café con churros que Zapatero desea título nobiliario.
Es natural. En cuatro días, sólo será un ex. La República, aboliendo la aristocracia, sólo consiguió, al añadirles la partícula ex, alargar los títulos de nobleza.
Zapatero no es noble, con lo que su ex no pasa de ser la guinda de la nada. Por eso necesita, como asidero del ex, un título nobiliario, sin menoscabo de su compromiso con todos los pobres de España, sus hijos.
¿Acaso el “New York Times” no llama “Mariana” a Rajoy? ¿Qué nos costará a nosotros llamar “Ramón” a Zapatero?
–Y usted, ¿por qué no se llama Ramón? –decía Falla para adular al amigo–. Ya ve usted, ¡Ramón Pérez de Ayala, Ramón Menéndez Pidal, Ramón del Valle-Inclán, Ramón Gómez de la Serna y hasta Ramón y Cajal! Tiene usted que cambiar de nombre. ¡Ah, si yo me hubiera llamado Ramón!
De Gonzalón se cuenta que rechazó un ducado sevillano, sin saber que lo que con Monarquía es nobleza con República es cursilería. Cuando Azaña fundó la Orden de la República, Madariaga, buhonero él, propuso “Villalar”, por los comuneros, u “Orden de la granada”, por la Granada de “Los Puntos”.
–¡Jamás! –exclamó Azaña, siempre tan fino.
Y Madariaga (¡buhonero!) creó el “Ciudadano de Honor”, a entregar cada 14 de abril, que el primer año fue para Unamuno, el segundo para Cossío, y al tercero (¡celos!) Azaña lo tiró al cesto.
Veo a Zapatero en campo de plata, como indica la heráldica, siete abarcas en faja (formación de tiqui-taca), y de mote, los versos de Valle-Inclán:
–…hay un zapatero / que silba a un jilguero / la Internacional.
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