Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Primero pillan a Pablo Casado en una misa por Franco (¿y qué le van a decir, teniendo el partido como lo tiene?) y luego pillan a María Carey vacunándose (en resumen de tuitero) “un pinchazo fake a San Covidio”, que debe de ser el nuevo San Antonio que tienen las charos para, por trece alfilerazos (vamos por el tercero), encontrar novio. Esto no es la “democracia morbosa” de Ortega; esto es la órdiga de toda la vida Dios.
La órdiga de Talleyrand en América fue no haber encontrado más que “un solo plato y treinta y dos religiones”: no había cocineros, pero todo el mundo era un poco reverendo. Como aquí, donde sólo nos alimentamos de sermones y quinoa, mientras los cheques de Bill Gates acarician los bolsillos de los reverendos.
–Las melodías de la famosa obra de Verdi acariciarán sus oídos esta noche como los cheques de la señora Claypool acarician nuestros bolsillos –dice Groucho en la ópera.
En las capitales del mundo libre nuestros cosmopolitas viven este milenarismo comprado a los chinos con fervor. En Nueva York la gobernadora Hochul luce, a modo de crotal de vacunada, un collar de oro: “Ponte la vacuna porque te amo como Jesús”. En Berlín, más mecanicistas, el ministro de la Salud, Spahn, sale a la plaza del mercado con sus expertos a vender “Moderna” como el “Rolls Royce” de las vacunas (donde las dan las toman: en el 37 Halifax visitó a Hitler y tuvo la ocurrencia –“espléndida”, dice Boris Johnson– de confundirlo con un criado). ¿Y Pfizer (Pfeiffer, para el bombardero de Belgrado)? Pfizer, para los expertos de Spahn, sería “Mercedes”. Y esto, en fin, es la ciencia (sin olvidar el sistema de juego de Xavi). En esta línea, a la vacuna del CISC prometida por el ministro-astronauta Duque para abril de 2020 habría que llamarla “La Loca” (Seat 1430, favorito de los atracadores). Y si a usted no le llena San Covidio, tenemos a San Climaterio, venerado por Nancy Pelosi:
–Ésta es la Creación de Dios, y nuestro gasto en clima es una cosa religiosa.
[Miércoles, 24 de Noviembre]