lunes, 20 de diciembre de 2021

Carlismo Vs. Cholismo

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El carlismo, de Carlo Ancelotti, es un estilo, pero el cholismo, de Diego Simeone, es un régimen que lleva camino de ser más duradero que el franquismo, con su autarquismo y su búnker terminal opuesto a cualquier cambio.
    

El carlismo ha agrandado a Vinicius y el cholismo ha encogido a Joao Félix, cuyo representante tendría que ser embreado y emplumado por abandonar semejante joya de futbolista en el “pelotón Arensibia” de Simeone, otro señor de negro, pero sin la gracia del de Mingote.
    

El carlismo es la ceja de Ancelotti y el cholismo es el traje de contar chistes de Eugeni Jofra Bafalluy, Eugenio.
    

En el descanso siempre sabes si pasa algo [con Ancelotti] porque las cejas se le arquean. Yo estaba allí, sentado, y pensé: “Ahora revienta”. Nos estaba hablando y tenía delante una caja, y de pronto le dio una patada, salió volando por el aire y me dio en la cabeza. “Joder, me dije, pues sí que está cabreado” –refiere Ibrahimovic de su etapa en el PSG.
    

Pero la patada a la caja es la excepción, pues en el carlismo la norma es la tranquilidad: una fuerza, dice Ancelotti, con poder y autoridad. “Cuándo vemos a Vito Corleone en El Padrino, ¿vemos a un hombre débil y tranquilo, o vemos a un hombre poderoso y sereno que domina la situación?”


    El carlismo, pues, domina la situación madridista y el cholismo domina la situación atlética, que son situaciones completamente distintas, como se pone de manifiesto en las salas de trofeos. Anoche estaba en juego la Liga, carga que antes llevaban sobre sus espaldas los árbitros, y ahora, el VAR, que el año pasado la decantó del lado del cholismo por la mano, con la No Mano de Felipe en el derbi y la Sí Mano de Militao ante el Sevilla. Una victoria, ayer, del carlismo finiquitaba la Liga antes de Navidad, y una victoria del cholismo le alargaba la vida hasta San Antón. ¿Qué hacer?
    

Pensando en el periodismo oficial, falta por meter en la Liga al Barcelona de Xavi, que da nombre al xavismo, que vendría a ser la Tercera Vía entre el carlismo y el cholismo.


    Para el periodismo francés, Xavi ha sido el mejor centrocampista de la Historia. Ni siquiera el doctor Sócrates se le acercaría. Tampoco, por supuesto, un Víctor o un Calderé. El Mejor de la Historia. Xavi. El “Ex “cervell d’Espanya”, para los de la inmersión. Para España, declaró el marqués de Del Bosque, “es más importante que el seleccionador”. De hecho, nadie lee los partidos como Xavi. Después de una de las palizas que les mete el Bayern (7-0), dijo: “Si miramos el resultado, nos quedamos en lo superficial. ¡El balón fue nuestro!” Como entrenador, sigue pensando igual.


    –Aquí, además de ganar, hay que jugar bien –acaba de decir en estas páginas–. Los catalanes somos así.
    

Xavi ve a los catalanes desde Tarrasa, pero Pla, que los veía desde Palafrugell, dice: “El catalán es un ser que se ha pasado la vida siendo español cien por cien y le han dicho que tiene que ser otra cosa. El catalán es un copista. Le gusta copiar. ¡Oh, el seny no ha existido jamás! Es una contrapartida para decir que no lo hay. El idioma catalán es artículo, sustantivo, verbo y predicado. ‘La puerta es verde’. Azorín.”
    

El xavismo prefiere perder 7-0, pero siendo dueño del balón, que desposeerse del balón y ganar 7 por 0. En la penúltima paliza muniquesa al Barcelona, Thomas Müller, que padeció como futbolista la locura sardanesca del rondo de Guardiola, puso el dedo en la llaga del xavismo: “El Barcelona carece de intensidad”. ¿Intensidad? Cántese con el soniquete de la “Ansiedad” de Nat King Cole: “Quizás esté llorando al recordarme / Estreche mi retrato con frenesí / Hasta tu oído llegue la melodía salvaje / Y el eco de la pena de estar sin ti”.


    No se lo van a creer en Keeper, pero Grande Gómez, “Marlaska”, ese señor de provincias que funge de ministro enchufado en Madrid, ya pedía “más intensidad” al Barcelona una vez que el Barcelona jugó en Tánger con el Chingurri Valverde. Acompañaba a Grande Gómez en el palco otro ministro de la lotocracia española, Guirao (a quien las señoras del barrio de Salamanca llamaban Guirado), que corroboraba la impresión del “Don Camulo” vizcaíno.
    

¿Qué es intensidad? En el carlismo, Militao y Vinicius. En el cholismo, quizás Versálico, de cuyas lágrimas en Lisboa (lloró por pasar a octavos) se ha escrito más que de las de Boabdil en Granada. Y en el xavismo podría serlo Pedri, para el periodismo francés el Mjor Jugador Joven de la Historia, a años luz de Musiala, que ni aparece citado.
    

Tengo ojo para el juego –dice Ancelotti en sus memorias–, y he aprendido a confiar en él.

 

 

Eugenio

 

DJOKOVIC Y KIMMICH


    El “antivacunas” Kimmich no volverá a jugar hasta 20022, titula la bizarra prensa deportiva. Así se señalaba en Madrid a los frailes cuando la epidemia de cólera del XIX, hasta que las hordas se abalanzaron a los conventos, desalmando a un centenar de ellos. Si Kimmich, que es el mejor futbolista del Bayern, recibe un trato público así, ¿qué no se podría hacer con un anónimo centrocampista de brega que se negara a inocularse? También Djokovic, tenista de elite, sabe lo que es ponerse enfrente del “liberalismo vacunador” que recorre la vieja y treintañona Europa.